Manuel Burga se declara inocente y pide juicio por separado
Manuel Burga se declara inocente y pide juicio por separado
Pedro Ortiz Bisso

Dos veces se pasó la mano por la garganta . Lo hizo mientras Alejandro Burzaco, ex presidente de Torneos y Competencias, declaraba en la corte de Brooklyn sobre los años en que la Confederación Sudamericana de Fútbol se asemejaba a una franquicia de la familia Corleone.

Los fiscales dijeron que fue un acto amenazador, la defensa del peruano señaló que solo se rascó el cuello por una dermatitis. Burzaco, quien manejaba los derechos de televisión de los principales campeonatos en Sudamérica, acababa de declarar que entregó a Burga una coima de US$3’600.000. Una rascadita.

Todo esto sucedió el mismo día en que la selección conseguía su clasificación a un campeonato mundial luego de 36 años, gran parte de los cuales los sufrió cuando Burga había hecho de la Videna una monarquía sin derecho de sucesión.

¿Se tuvo que ir Burga para que los resultados nos sonrieran?

El hashtag #Estoyllorando se hizo viral la noche del miércoles. Y no era pose. Aquí en la redacción vi a buenos amigos hacerlo sin parar de escribir. Otros, con cierto pudor, intentaban esconderlo, a pesar de la delatora huella de sus ojos enrojecidos.

Elejalder Godos, de 66 años y con varios mundiales a cuestas, terminó su relato en “Ovación” sollozando. Por largo tiempo fue un crítico encarnizado de Ricardo Gareca, pero la clasificación quebró todos sus reparos.

Eddie Fleischman y Daniel Kanashiro, amigos de mil coberturas periodísticas, se fundieron en un abrazo en plena transmisión por RPP cuando el árbitro Clement Turpin pitó por última vez. Eddie secaba sus lágrimas en una camiseta blanquirroja, sin dejar de llorar.

¿Se tuvo que ir Burga para vivir esto?

Los indicios señalan que el doctor habría sido parte de un entramado corrupto que involucró a los principales dirigentes del fútbol sudamericano, con el argentino Julio Grondona a la cabeza.

Su salida de la Videna le permitió al nuevo directorio de la federación ejecutar una reorganización administrativa y empezar un proceso de institucionalización, que incluye un trabajo con menores a largo plazo y exigencias mínimas para los clubes.

Pero aún estamos muy lejos de tener una organización futbolística seria. El campeonato local se juega en campos descuidados, sin seguridad ni comodidades para jugadores y asistentes. La justicia es poco transparente y el manejo de ciertos clubes sigue siendo un misterio.

Cambiar un sistema corroído por décadas no es fácil, pero es imprescindible hacerlo. Y nada mejor que cuando los resultados deportivos nos sonríen.

Ni usted ni yo queremos esperar otros 36 años para volver a pintar las calles de Lima de blanco y rojo, ahogarnos de alegría, mientras lloramos sin pudores y gritamos a todo pulmón que Perú está en el Mundial.

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