El presidente de la República, Francisco Sagasti, junto a la premier, Violeta Bermúdez, en conferencia de prensa desde Palacio de Gobierno. Foto: ANDINA/Prensa Presidencia
El presidente de la República, Francisco Sagasti, junto a la premier, Violeta Bermúdez, en conferencia de prensa desde Palacio de Gobierno. Foto: ANDINA/Prensa Presidencia
Pedro Ortiz Bisso

La principal constatación de que la conferencia de prensa brindada ayer por el presidente y sus ministros fue un desastre comunicativo es la tonelada de memes que generó. Las burlas que se multiplicaron en las redes sociales se centraron en la manera caótica en que se desarrolló la cita y la incapacidad del señor Sagasti de entregar un mensaje claro y sencillo, indispensable en el contexto de crisis sanitaria que padece el país.

La irresponsabilidad ha sido mayúscula. Las expectativas se habían desbordado ante el reconocimiento que hiciera en la víspera la ministra de Salud sobre la segunda ola. Las alarmantes cifras de contagios de las últimas semanas y la creciente ocupación de camas UCI demandaban la entrega de un listado de medidas concretas, de fácil entendimiento, a fin de alimentar la confianza de la población.

Pero nada de ello se hizo. Es más, las medidas solo se hicieron públicas tras las preguntas de los periodistas. Incluso, el ministro de Educación tuvo que hacer un resumen para intentar salvar en parte el tremendo papelón.

Otra muestra de la dimensión de este fiasco fue que entre la maleza de memes que inundaron Twitter y Whatsapp, algunos usuarios se tomaron el trabajo de recopilar los anuncios y construir con ellos cuadros más sencillos que los desplegados durante el encuentro realizado en Palacio de Gobierno.

La comunicación en tiempos de crisis debe ser efectiva. De nada sirve elegir los mejores indicadores, elaborar los diagnósticos más precisos, recurrir a las mentes más brillantes, si el mensaje final es confuso, se pierde en imprecisiones.

Hay, además, un detalle que el Ejecutivo parece haber olvidado: no hay mejor nutriente para las fake news –uno de los mayores enemigos del control de la pandemia- que la opacidad. Y ayer, gracias a esta torpeza sin nombre, han ganado un poco más de músculo.

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