Christian César Killahuamán Cusihuamán (40) es el chofer del tráiler que colisionó con el bus interprovincial de la empresa San Martín de Porres, provocando que este se precipitara en el serpentín de Pasamayo y causara la muerte de 52 personas. (El Comercio)
Christian César Killahuamán Cusihuamán (40) es el chofer del tráiler que colisionó con el bus interprovincial de la empresa San Martín de Porres, provocando que este se precipitara en el serpentín de Pasamayo y causara la muerte de 52 personas. (El Comercio)
Pedro Ortiz Bisso

La tragedia de Pasamayo resume mucho de lo que somos: –Un tráiler invade el carril contrario en una curva y choca con un bus. Es decir, lo mismo que vemos a toda hora y en cualquier calle. No será necesariamente un tráiler, pero sí una coaster, un desvencijado Tico, un humilde Volkswagen setentero o un Audi oliendo a nuevo. En el ránking de los peores conductores del mundo, debemos pelear los primeros lugares.

–Autoridades que reaccionan después del accidente. “He dado instrucciones”, “Ampliaremos la variante”, “Eliminaremos esa antigua y peligrosa vía”, “El contrato de concesión está mal hecho” y otros etcéteras conocidos.

Pasamayo ya era una antigua y peligrosa vía antes de que el ómnibus de la empresa de transportes San Martín de Porres se desbarrancara y matara a 52 personas. Pero tuvo que volver a anegarse de sangre para que el presidente, ministros, congresistas y otros funcionarios empiecen a recordar todas sus falencias, tuits de por medio.

–La indolencia de siempre. El hermano de uno de los sobrevivientes denunció que a este no le querían tomar una tomografía porque en el hospital le exigían un pago. Después de mucho reclamar, accedieron a hacerlo. Como el médico de guardia estaba en cirugía, tuvo que esperar el cambio de turno para conocer qué pasaba con su hermano.
¿Le parece extraña esta escena?

–El morbo. Un video con las imágenes de los cuerpos destrozados al pie del precipicio fue difundido a través de las redes sociales, acompañado por un seudoaviso preventivo (“Las siguientes imágenes pueden herir susceptibilidades...”). Como si una frasecita fuera suficiente para no pisotear la dignidad de las víctimas o librarse de cualquier consideración ética.

–El buitre que no falta. Un ‘socorrista espontáneo’ –dijo que había acudido a ayudar– fue sorprendido mientras se apoderaba de las pertenencias de las víctimas.

Así como hay personas muy solidarias, capaces de arriesgar su integridad para ayudar a quien esté en peligro, existen también quienes se aprovechan de la indefensión de las víctimas, desde los salvajes que atropellan y se dan a la fuga (y huyen del país, previo besito a su pasaporte), hasta los miserables que roban a muertos o heridos, como ocurrió en julio último en el cerro San Cristóbal.

Culpar a un gobierno con apenas un año y meses en el poder del mal diseño de las vías o de las falencias de los contratos con los concesionarios sería temerario. Pero es sumamente irresponsable que solo después de un accidente de esta dimensión conozcamos cuáles son sus planes y cómo piensan alcanzar sus objetivos.

El año pasado no hubo un accidente de carretera en el mundo con tantos muertos como el ocurrido el martes. El récord que debemos romper es otro: no esperar a que ocurra una tragedia para ponernos a trabajar. 

Contenido sugerido

Contenido GEC