(Foto: El Comercio)
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Pedro Ortiz Bisso

Tres días después de la chanfaina legal que el Parlamento aprobara con su voto y que él mismo festejara con un entusiasta tuit (que llevaba el hashtag #inmunidadparanadie), el congresista Daniel Urresti denunció haber sido sorprendido. Sí, el político que ha cimentado su perfil en la criollada y su supuesta viveza, reveló que abusaron de su buena fe. “¡Distorsionaron mi proyecto de ley sobre inmunidad parlamentaria!”, clamó en Twitter, su red social favorita.

Sí, cómo no.

El señor Urresti dice que fue engañado. Curiosamente, solo se dio cuenta de la trampa luego de que se hicieran públicas las renuncias de 15 miembros de la Comisión Consultiva de la Comisión de Constitución del Parlamento, asqueados por el mamarracho aprobado el último domingo, que distorsiona el equilibrio de poderes.

El señor Urresti, el mismo que aseguró que su bancada se abstendría de participar y votar en los proyectos relacionados con la Sunedu, ahora afirma ser una víctima.

Huelga decir, que el señor Urresti nos subestima. Debe creer que con un meme o una de sus acostumbradas bromas de mal gusto olvidaremos que votó por un proyecto que no leyó -ni escuchó- o que sus compañeros de la bancada que dice liderar, tan preocupados en derribar la reforma universitaria, le hacen menos caso que un chofer a un semáforo a las 3 de la mañana.

Y así, dicen, quiere ser presidente.

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