28 DE JUNIO DE 2017

RESCATE DE CUERPOS DEL INCENDIO DE GALERIA NICOLINI


FOTO : ROLLY REYNA / EL COMERCIO PERU
28 DE JUNIO DE 2017 RESCATE DE CUERPOS DEL INCENDIO DE GALERIA NICOLINI FOTO : ROLLY REYNA / EL COMERCIO PERU
Oscar Paz Campuzano

Los primeros cuatro bomberos que se enfrentaron al incendio de Las Malvinas tardaron un minuto y medio en llegar desde su base en el Jirón de la Unión hasta el edificio en llamas. Sin perder tiempo, sacaron una manguera y expulsaron los mil galones de agua de su autobomba, en un intento desesperado por controlar el fuego. Esos mil galones, equivalentes a 3.785 botellas de un litro de agua arrojadas a una altísima presión, se agotaron en menos de 60 segundos.

La esperanza de estos bomberos estaba en el hidrante ubicado en la esquina de la emergencia. Lo abrieron y –como casi siempre ocurre en Lima– este no tenía ni la presión ni el caudal necesario. Uno de los primeros cuatro bomberos que llegaron al incendio, el jefe de la Salvadora 10, comandante Nino Asencios, recuerda que no había agua y solo quedó esperar a que Sedapal aumentara el caudal en la zona y llegaran las autobombas en camino.

Ante la falta de agua, él y un compañero irrumpieron con tanques de oxígeno en el segundo nivel del edificio para rescatar gente. “Todo era humo caliente; no veía nada”. Adentro halló personas de rodillas que empezaban a asfixiarse y a otras que pensaban lanzarse por las ventanas del edificio. Eso le trajo el horroroso recuerdo de la tragedia del 2001, en Mesa Redonda, donde también fue uno de los primeros bomberos en llegar.

Todo jugaba en contra: gente atrapada, toneladas de material inflamable, un hospital enfrente y un incendio ya incontrolable. Pocos minutos después de la llegada de la Salvadora 10, otras cuatro autobombas ya enfrentaban las lenguas de fuego desde varios frentes.

Sin embargo, la necesidad de agua era tan desbordante que se convocó a todas las autobombas de la capital. Pese a ese despliegue, en las primeras dos horas del incendio, los bomberos ya se habían quedado varias veces sin agua.

—Sin armas contra el fuego—
La enorme cantidad de agua requerida para combatir un incendio es una primera explicación a la odisea que los bomberos enfrentan en cada emergencia. ¿Cuánto necesitaron para combatir las llamas en Las Malvinas? Basado en estándares internacionales, el oficial de bomberos Giancarlo Passalacqua, director técnico de la Sociedad Nacional de Protección contra Incendios, dice que como mínimo se requiere el equivalente a 24 mangueras echando agua a la vez. Estas en conjunto debían expulsar 6.000 galones por minuto (gpm) y durante 12 horas sin interrupción.

Esto nunca ocurrió en Las Malvinas. En el momento de mayor cobertura del incendio, los bomberos solo tenían 10 mangueras echando agua. De ellas, solo la mitad tuvo flujo ininterrumpido gracias a los hidrantes de Sedapal y cisternas. Ahí surge otro problema: de los 6.000 gpm que requerían, la empresa de agua solo pudo inyectar 800 gpm, para evitar daños en las tuberías. Eso es apenas el 13% de lo que precisaban los agentes para controlar este gran incendio industrial.

—Una red contraincendios—
¿En qué ayudaría que Lima tenga abastecimiento continuo y adecuado para combatir incendios? Autoridades y bomberos piden construir una red de agua exclusiva para atender estas emergencias, como existe en Caracas, Río de Janeiro y Bogotá, por poner tres ejemplos sudamericanos.

El comandante general de los bomberos, César Leigh, sostiene que un sistema de este tipo facilitaría el acceso inmediato y continuo de agua a altas presiones.

Para tener esta red se necesitaría adecuar La Atarjea de Sedapal, tender tuberías para altas presiones e instalar estaciones de bombeo en distintos puntos de la ciudad. Sería como construir un nuevo sistema de agua potable. “Es muy costoso, pero importantísimo. Debe ser una prioridad”, opina Passalacqua. “La red debería empezar a hacerse en zonas de mayor riesgo”, dice Mario Casaretto, actual gerente de Defensa Civil de la Municipalidad de Lima.

La postura técnica de Sedapal no coincide con la de los bomberos. Jaime Luy, gerente de Servicios de esta entidad en Lima Centro, cree que la obra sería “inviable” por su alto costo. “Deberíamos instalar 14 mil kilómetros de tuberías de hierro [y no de PVC como las actuales], instalar más de 500 estaciones elevadoras de presión, contratar más operadores que solo trabajarían durante un incendio. Habría un alto costo para la sociedad”, señala Luy.

Este funcionario de Sedapal plantea que los bomberos usen aditivos como la espuma. “Un litro de agua genera 20 litros de espuma y sofoca más rápido el fuego. Esto sería más barato que instalar toda una red contraincendios en la ciudad”.

Sobre esa idea, Passalacqua opina que usar espuma en el incendio de Las Malvinas no hubiera servido para controlar el fuego. “Solo grandes cantidades de agua iban a permitir controlar el fuego de ese edificio”, dice.

Mientras no se afronte el problema, los bomberos seguirán salvando vidas bajo las mismas circunstancias que el comandante Nino Asencios y su equipo hallaron en Las Malvinas. Tras ser los primeros en llegar al edificio, desplegaron una escalera por el lado izquierdo del predio, listos para ingresar con una manguera hacia el foco del fuego.

Pero al oficial Asencios le informaron que el hidrante no arrojaba agua suficiente. “Que nadie entre”, ordenó, porque era peligroso penetrar hasta el corazón del incendio en esas condiciones. Distinta habría sido la historia si esos primeros cuatro bomberos hubieran tenido el chorro suficiente para enfrentarse a las llamas en esos minutos claves, antes de que el fuego se saliera de control.

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