(Foto referencial: El Comercio)
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Angus Laurie

El . Según El Comercio, el lunes 28 de agosto, a las 7 a.m., el nivel de humedad llegó al 100%. Las pistas y veredas comienzan el día mojadas, producto de la llovizna. Más que agua, la capa de humedad contiene una mezcla de partículas, extraídas del ambiente por las gotas de agua. La resultante capa de fango que cubre la ciudad estos días es un coctel que contiene una gran diversidad de materiales, incluyendo partículas que se originan por la quema de combustibles, polvo de construcción, polvo levantado de las pistas sin asfaltar, plomo, arsénico y materiales orgánicos.

La llovizna es una idiosincrasia del clima de Lima. Cada invierno, la ciudad recibe este fenómeno climático varias veces. Y por esto, es sorprendente que las veredas no estén diseñadas teniendo esto en cuenta. Estos días, se puede ver a personas mayores caminando por la calzada, en el asfalto, en vez de las veredas, pues estas en muchas partes son de cemento pulido. Cuando se humedecen con esta mezcla de llovizna y partículas, resultan en una superficie tan resbaladiza como el hielo.

Se puede leer en los periódicos cómo las veredas están siendo “afectadas” o son “resbalosas” por la llovizna. Y claro, efectivamente, estas se ponen peligrosas cada vez que se mojan. Pero no es un problema que surge por un fenómeno meteorológico. La peligrosidad de las veredas es un problema de diseño.

Es muy fácil hacer veredas que no sean resbalosas cada vez que se mojan. En general, en las veredas adoquinadas, independientemente de si están mojadas, uno puede caminar sin miedo de resbalar. Sin embargo, en Lima hemos estropeado este material tan ideal para nuestros inviernos. En los jirones del Centro Histórico han pintado los adoquines, logrando convertir un material antideslizante en un riesgo público.

Igualmente, en otras ciudades, el cemento es un material que funciona perfectamente bien como una superficie antideslizante. En la ciudad de Whitehorse, Canadá, donde la temperatura promedio anual es bajo cero, o en Estocolmo, Suecia, para dar ejemplos extremos, las veredas de cemento funcionan bien con mucha lluvia y nieve, porque no son pulidas.

En Lima, muchos conocen a alguien que se ha accidentado por caer sobre una vereda mojada. Las veredas en casi toda la ciudad no se pueden acomodar hasta en la más ligera garúa. Aquí, incluso algunas ciclovías están hechas con cemento pulido, como la de la Av. Arequipa y la del malecón de Miraflores. Allí, moviéndose a una velocidad de más de 20 km/h, los ciclistas están aún en más riesgo que otros.

Es un problema de diseño exigido por las municipalidades y especialmente frustrante, porque su solución no involucra nada más que el poco de sentido común para que dejen de pintar los adoquines y de pulir el cemento.

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