anthony niño de guzmán
anthony niño de guzmán
Ana Briceño

El papel de la sociedad civil en la lucha contra la corrupción es fundamental para Delia Ferreira, presidenta de . Ella resalta que este mal es más intenso en países con instituciones débiles y con altos índices de informalidad, como el Perú.

—¿Qué ansía el corrupto de esta región: dinero o poder?
Hay un fenómeno de ambición económica detrás de la corrupción, pero el poder también es atractivo. La corrupción no es un fenómeno que tiene que ver con nuestra cultura, raza, región o desarrollo económico. Corrupción hay en todos los países, la diferencia entre unos y otros es cómo reaccionan las instituciones y la sociedad ante un hecho de corrupción.

—La corrupción existe desde siempre, ¿pero es mayor en estos tiempos?
No sé si hay más corrupción, sino que es más visible ahora. Lo que estamos viviendo es un fenómeno distinto, que trasciende las fronteras de un país y afecta a todos en la región. Odebrecht ha declarado que ha entregado fondos para financiamientos de campaña a todos los países de la región.

—¿Por qué no hemos sido capaces de afrontar este mal?
Bueno, ha habido avances en las regiones en materia de legislación, se han creado oficinas anticorrupción o las comisiones de ética. El problema es que necesitamos poner en práctica esas instituciones y aplicar esas leyes. Muchas veces se crean las oficinas anticorrupción o se nombran fiscales anticorrupción solo para decir: “Miren, ahora ya tenemos fiscal”, pero ese funcionario no tiene presupuesto, ni tecnología, ni independencia y tampoco las herramientas procesales, entonces solo es figura decorativa. Es hora de implementar lo que está escrito. Los compromisos no deben ser palabras tiradas al aire.

—¿Es más difícil luchar contra la corrupción en un país con instituciones débiles y mucha informalidad, como el Perú?
La informalidad de la economía es otro factor que contribuye a la corrupción porque el dinero que se mueve no está bancarizado. Hay que generar instituciones fuertes con independencia. Luchar contra la corrupción es como jugar al ajedrez: las piezas negras también juegan y hay muchos intereses que tratan de paralizar los avances. Se debe estar atento porque hay leyes de amnistías, sobreseimientos y perdones presidenciales.

—¿La corrupción es un tema prioritario para la ciudadanía? Pareciera que todo se normaliza.
Una tendencia es la manifestación popular contra la corrupción. La gente se ha dado cuenta de que es la víctima final de estos actos. Desde la sociedad civil tenemos que encontrar los mecanismos para que la energía de la gente se manifieste también cuando pasa el momento de la indignación. Mecanismos como el uso de redes, de plataformas tecnológicas de transparencia contribuyen a que la ciudadanía esté atenta.

—En Brasil hubo manifestaciones contra la corrupción el año pasado y ahora las hay a favor de Lula. Roba pero hace obra...
Hasta que no se cambie ese mensaje no vamos a cambiar los candidatos que tenemos. Cuando digamos: “Vamos a votar por gente honesta, transparente y no vamos a tolerar la corrupción”, en ese momento empezaremos a tener otro tipo de políticos. Los políticos no vienen del planeta ‘Corruptón’, son nuestros vecinos, alumnos, colegas.

—¿Por qué cruzan la frontera?
La ambición de poder, de quedarse, la tentación de “Si todos lo han hecho, ¿por qué yo no, ahora que estoy en el poder?”. La justificación de “No robo para mí, robo para el partido”, o “Robo para la campaña”. Todos estos mecanismos generan los incentivos perversos que hacen que muchos se mantengan en esquemas de corrupción.

—La corrupción continuará en los próximos años, según el 80% de peruanos.
No creo que la corrupción termine. Esta cumbre tiene el reclamo de que hay que revisar el financiamiento de la política. La relación dinero-política es el tema clave. Creo que con el Caso Lava Jato los empresarios recibieron el mensaje.

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