Cruce de las avenidas Pastor Sevilla y 200 Millas, en Villa El Salvador. (Anthony Niño de Guzmán)
Cruce de las avenidas Pastor Sevilla y 200 Millas, en Villa El Salvador. (Anthony Niño de Guzmán)
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Fernando Alayo Orbegozo

Cuando Javier Paulino llegó al barrio a fines de los años 70, a unos metros de su casa recién construida había un camino donde apenas circulaban autos. Como era niño, le sorprendía que la gente colocara planchas de cartón como pavimento improvisado, y que los polleros de la zona tiraran plumas para asentar la futura vía.

El barrio aún no se llamaba (VES), y la avenida todavía no era Pastor Sevilla. Se le conocía como la “ruta C” de una zona urbana que empezaba a asomar sobre los arenales. Cuatro décadas después, el pasado 23 de enero, la desgracia –dice– se detuvo en la puerta de su casa.

Un camión-cisterna que transportaba gas tuvo una fuga al pasar por un desnivel en el cruce de Pastor Sevilla y Villa del Mar, lo que provocó una gran deflagración. Según la PNP, ese desnivel –producto del mal estado de las vías, y que habría roto una de las válvulas ubicadas en la base del vehículo– fue “un factor determinante” para que ocurriera la tragedia, que ya dejó 21 muertos.

Aquel trágico día, las autoridades se señalaron unas a otras: el alcalde distrital Kevin Yñigo evitó contestar qué responsabilidad tenía sobre la vía; y el alcalde metropolitano Jorge Muñoz solo dijo que la pista fue construida en el 2010 por la Mancomunidad Lima Sur. Desde entonces, Javier, cuya vivienda se incendió por completo, pasa las noches en plena calle a la espera de respuestas.

—Gestión atomizada—

La discusión sobre quién debe encargarse de cada vía de Lima se intentó zanjar en 1997, cuando la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) emitió la Ordenanza 127, que aprobó el plano del Sistema Vial Metropolitano (SVM) y su propuesta de clasificación de calles y avenidas. Según la norma, la MML tendría a su cargo “la formulación, ejecución y mantenimiento” de cualquier obra de infraestructura vial (ampliación, rehabilitación, señalización, etc.) en las denominadas vías metropolitanas; siempre en coordinación con los distritos. Esto fue precisado en la Ordenanza 341, del 2001, que actualizó la clasificación del SVM en cuatro tipos de vías: expresas, arteriales y colectoras, a cargo de la MML; y locales, bajo gestión de los distritos. También fijó el procedimiento administrativo para que los distritos puedan realizar intervenciones en el sistema metropolitano.

Eso rige hasta hoy, por lo que la ejecución de obras viales en Lima puede ser compartida y depende de la coordinación con las jurisdicciones. Es el caso de la Av. Pastor Sevilla, clasificada como vía arterial en el SVM: en marzo del 2010, la comuna de VES concluyó la rehabilitación y nuevo asfaltado de la avenida; dos años después, la MML administró los trabajos de mejoramiento de pavimentación en 30 de sus cuadras.

Según el portal Infobras de la contraloría, en los últimos años la MML, la comuna distrital e incluso la Mancomunidad Lima Sur formularon al menos 5 obras distintas en la Av. Pastor Sevilla. Si se buscan los proyectos en una ruta troncal como la Av. Arequipa (vía colectora en el SVM), hay 5 obras de la MML, Miraflores y San Isidro. Esto solo ejemplifica cuán atomizada es la gestión vial.

—Tareas pendientes—

Pero el enfoque del sistema limeño no es único. Salvando las distancias, en Londres la situación es similar: la entidad gubernamental Transport for London es la responsable de administrar la red vial metropolitana, mientras que los 32 ‘boroughs’ (comunas distritales) de la ciudad se encargan de las vías locales. En Santiago de Chile, su SVM se compone por carreteras de acceso, anillos de circunvalación y vías intercomunales; la mayoría de administración compartida.

Para José García Calderón, excoordinador del Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano de Lima y Callao (PLAM 2035), el sistema vial es el “esqueleto” de nuestra capital y su importancia no solo radica en la movilidad, sino en su vinculación con el desarrollo urbano. “No es obsoleto, pero debe reajustarse para fortalecer el rol de la MML, que hoy no tiene la capacidad logística y económica para monitorear todo el sistema. Delega las obras a los distritos sin asegurarse de que estos las ejecuten según la norma. Así, la ciudad crece de forma desordenada, o se generan riesgos como en VES”, dijo.

El urbanista Angus Laurie coincidió en que el SMV requiere un reajuste para dotar de más recursos a Lima, y consideró que a futuro la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao podría asumir la gestión del sistema, e incluso centralizar las obras de infraestructura vial propuestas. “Es vital que la MML defienda los planes estratégicos. En diciembre, la comuna aprobó la inclusión de ‘Pasamayito’ (entre Comas y San Juan de Lurigancho) al sistema metropolitano, cuando esta no fue considerada en los planes de anillos viales, que solucionarían la congestión vehicular”, dijo.

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