Surcando los cerros y bajo condiciones de riesgo, el ‘Pasamayito’ permite a los vecinos viajar entre Comas y San Juan de Lurigancho en media hora. Por la ruta tradicional, se tarda casi tres horas. (Video: Carlos Hidalgo / El Comercio)
Carlos Gonzales

Antes de enterarse de la existencia del ‘Pasamayito’, doña Rosario, una vecina de Carabayllo, demoraba casi tres horas en llegar a su centro de trabajo, en San Borja. Todos los días debía madrugar para luego tomar tres vehículos de transporte público y gastar, por trayecto, unos S/9.

Sin embargo, eso cambió hace más de dos años, cuando decidió usar las combis que recorren el camino informal del ‘Pasamayito’, una trocha de 11 kilómetros, de entre 4 y 5 metros de ancho, que serpentea entre los cerros y une Collique (Comas) y Jicamarca [en el límite con San Juan de Lurigancho (SJL)] en media hora.

Antes de las 7 a.m., ella sube a una de las unidades de la empresa El Mandarino, que opera hace más de dos años por el camino de tierra. Por S/6, llega a Canto Grande (SJL) y allí aborda un tren de la línea 1 del metro, en la estación Santa Rosa, con dirección a San Borja. Todo el recorrido lo hace en poco más de una hora y le cuesta S/7,50. No solo ahorra tiempo, sino también dinero.

Así como ella, miles de vecinos de las zonas norte y este de Lima se ven obligados a arriesgar su vida al recorrer el ‘Pasamayito’, debido al infernal tráfico que se registra en horas punta en la ruta tradicional: Av. Túpac Amaru, Panamericana Norte, Vía de Evitamiento, Av. Próceres de la Independencia, Av. Wiesse, entre otras vías.

Sin embargo, esta trocha es angosta, no tiene señalización ni barandas de seguridad. En el asentamiento humano Buenaventura, pasando la séptima zona de Collique, hay una pendiente pronunciada y pedregosa que dificulta el desplazamiento vehicular.

La angosta y riesgosa trocha de 11 kilómetros no tiene señalización ni guardavías. En la ruta hay abismos de unos 100 metros. (Rolly Reyna / El Comercio)
La angosta y riesgosa trocha de 11 kilómetros no tiene señalización ni guardavías. En la ruta hay abismos de unos 100 metros. (Rolly Reyna / El Comercio)

Lo estrecho de la vía hace que los vehículos se orillen cuando viene otro en sentido contrario. En algunos casos, los conductores, especialmente de camiones, tienen que realizar maniobras para no ‘rasparse’.

—El proyecto—
El teniente alcalde de Comas, Ulises Villegas, asegura que desde hace diez años existe una iniciativa para ensanchar, asfaltar y señalizar este camino construido or los propios vecinos. Recordó que el entonces burgomaestre de SJL Mauricio Rabanal y su par de Comas, Miguel Saldaña, impulsaron el proyecto y lograron un compromiso de la Municipalidad de Lima, en la gestión de Susana Villarán, para ejecutarlo. Sin embargo, todo quedó truncó.

El funcionario remarcó que, por un tema presupuestal, el proyecto lo podría asumir el municipio capitalino, por lo que instó al alcalde Luis Castañeda a darle prioridad. Según dijo, el ‘Pasamayito’ beneficia a tres millones de personas que viven en la zona norte de Lima y a más de un millón de vecinos de SJL.

Peligrosa trocha conecta zona norte y este de Lima
Peligrosa trocha conecta zona norte y este de Lima

Villegas manifestó que el proyecto cuenta con código SNIP. Cuando se hicieron los estudios preliminares, se estableció que la obra demandaría una inversión de S/18 millones. “En la actualidad, el costo llegaría a S/25 millones”, consideró.

—Los ‘mandarinos’—
Los vecinos abordan las combis y minivans de El Mandarino en sus puntos de partida, ya sea en el Mercado Unicachi de Comas o la entrada de Collique, al costado del hospital Sergio Bernales. Su punto final es el paradero 10 de Canto Grande(SJL).

Víctor Silva, gerente de la compañía de transportes, detalló que las unidades circulan todos los días desde las 5 a.m. hasta la medianoche. Remarcó que los conductores tienen prohibido trasladar a pasajeros de pie.

Ante la nula iluminación en la vía, la empresa ha colocado palos con cinta adhesiva naranja al borde de la trocha para guiarse en las noches. Además, cada cierto tramo hay vigilantes a fin de evitar asaltos. Todos los jueves, los trabajadores realizan faenas para mejorar y limpiar la vía.

Gracias a un convenio con la Universidad Santo Domingo de Guzmán, que funciona en la zona, las combis toman un atajo por sus instalaciones y llegan hasta Jicamarca, en San Antonio (Huarochirí). Así, evitan circular por el área más peligrosa del ‘Pasamayito’ y ahorran diez minutos de trayecto.

Silva precisó que buscan que la Municipalidad de Lima les entregue el permiso Rezna (rutas en zonas no atendidas), pues solo cuentan con la autorización de Huarochirí.

—Llamado de atención—
El experto en temas de transporte y director de la ONG Luz Ámbar, Luis Quispe Candia, remarcó que esta trocha “es una muestra más de la informalidad que existe en el país” y de la carencia de planificación urbanística. Recordó que el mismo origen tuvo la vía que lleva al cerro San Cristóbal. “Cuando las autoridades están ausentes, la ciudad se extiende horizontalmente y son los propios vecinos los que tienen que gestionar sus calles”, afirmó.

Advirtió que en esta trocha no tendría cobertura el SOAT, ya que aún no está reconocida como vía de circulación. Dijo que espera que la Municipalidad de Lima y el Ministerio de Transportes presten interés en el tema.

CIFRAS

- 70 combis y minivans de la empresa El Mandarino recorren el ‘Pasamayito’. Los conductores trabajan un día y descansan el siguiente.
- 7 metros de ancho, además de bermas y guardavías, debería tener el ‘Pasamayito’ en caso de que circulen solo vehículos livianos, según Quispe Candia.

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