Designan al Presidente y miembros del Consejo Directivo de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao. (Foto: GEC)
Designan al Presidente y miembros del Consejo Directivo de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao. (Foto: GEC)
Pedro Ortiz Bisso

Aunque una encuesta de Ipsos señala que el 90% de los limeños sabe que los Juegos Panamericanos se realizarán en la ciudad (y el 92% los aprueba), es difícil que estos tengan una idea de su real dimensión.
Basta con señalar que este evento multideportivo, que congregará a 6.452 atletas del continente, se encuentra apenas un escalón abajo de los Juegos Olímpicos.


No se compara con ningún certamen que se haya organizado en el Perú en su historia deportiva. Ni al Mundial de Vóley de 1982, la Copa América de fútbol del 2004 ni a los Juegos Bolivarianos, de los cuales tres ciudades del país han sido sedes en los últimos 81 años. Así de grande, impresionante y espectacular.

Y atemorizador.

Es tal su tamaño y trascendencia, que las ciudades que acogen los Panamericanos no solo deben construir o modernizar recintos deportivos, sino mejorar sus servicios, en particular los de seguridad y transporte, así como trabajar en el embellecimiento de sus avenidas, plazas y demás instalaciones.

En infraestructura deportiva, la organización de Lima 2019 ha hecho su tarea. Para un país como el nuestro, tener un estadio atlético para más de cinco mil espectadores, un velódromo de clase internacional, un hermoso centro acuático, un centro de alto rendimiento para el surf o haber recuperado el estadio de San Marcos es casi tan importante como ganar una medalla de oro olímpica.

No podemos decir lo mismo de la ciudad. Estos serán los juegos de las obras inacabadas, de las avenidas abiertas por puchitos para que los deportistas puedan a llegar a tiempo a sus competencias y no se queden atrapados en un atoro. La desidia de la administración municipal anterior –sí, esa que encabezaba el llamado “mejor alcalde de la historia”–, aunada al poco interés del gobierno humalista, es la causa de que estos Juegos no sean una celebración completa.

El alcalde Jorge Muñoz está a punto de añadir su grano de arena al caos. Su apurada propuesta de restringir el tránsito vehicular en algunas vías principales en función del número de placa (“pico y placa”, como se le llamó en Bogotá cuando se implementó hace más de 20 años) posiblemente convertirá en páramos primermundistas avenidas hoy congestionadas como la Arequipa, y en infiernos, Arenales o Petit Thouars. A decir de los especialistas consultados por El Comercio, no solucionará los atascos. Solo los cambiará de lugar.

Además, la medida, que empezará a regir este lunes, no se ha comunicado adecuadamente y no forma parte de un plan integral conocido que ataque de raíz el problema del tránsito. Es un recurso cortoplacista, un parche más.

¿Ese es el aporte de la administración Muñoz a la ciudad, en plena celebración de los Juegos Lima 2019? 

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