Los buses del corredor Javier Prado compiten con coasters del Callao por pasajeros. Los inspectores se esfuerzan por ordenar el tránsito, pero su trabajo no es suficiente. (Eduardo Cavero / El Comercio)
Los buses del corredor Javier Prado compiten con coasters del Callao por pasajeros. Los inspectores se esfuerzan por ordenar el tránsito, pero su trabajo no es suficiente. (Eduardo Cavero / El Comercio)
Ana Briceño

Han pasado tres años desde que las avenidas Tacna, Garcilaso y Arequipa amanecieron por primera vez sin coasters y sin los gritos de los cobradores para conseguir pasajeros. Ese 26 de julio del 2014 circularon 45 buses azules conducidos por choferes uniformados que respetaban los paraderos. Fue el primer paso de la esperada reforma del transporte en Lima.

Hubo desorden los primeros días. Los pasajeros se quejaban por el poco número de buses y porque esos nuevos conductores no paraban en las esquinas que ellos querían, sino en estaciones establecidas por la Municipalidad de Lima.

Además del corredor Tacna-Garcilaso-Arequipa, el objetivo de la gestión de esa época era implementar otros ejes viales con buses modernos a gas que se interconectarían con el Metropolitano y las líneas del metro de Lima. Se había previsto los corredores La Marina-Javier Prado, San Juan de Lurigancho-Brasil, Panamericana Norte-Sur y Carretera Central. Sin embargo, tres años después, no se han implementado y el caos sigue imperando en el tránsito de estas importantes arterias.

—El negocio del colectivo—
Gustavo Guerra García, ex presidente del directorio de Pro Transporte en la gestión de la alcaldesa Susana Villarán, sostiene que a fines del 2014 –cuando culminaba esa administración–150 buses azules transitaban por el corredor Tacna-Garcilaso-Arequipa y movilizaban a 160 mil pasajeros a diario. Además, seis mil taxis formales circulaban en esas tres vías.

“Ahora el número de pasajeros se ha reducido a 130 mil y el corredor está colmado por 30 mil taxis y colectivos informales. Esto genera que los buses sean más lentos y que la gente opte por los autos”, afirma.

“Uno tiene que buscarse las monedas”, nos dice el conductor de un colectivo informal que cobra S/5 a cada pasajero por el traslado desde Tacna hasta Arequipa, en Miraflores. Invade cada cierto trecho las zonas rígidas de los buses para dejar y llevar pasajeros. A través del WhatsApp, alerta a otros choferes sobre la presencia de policías que hacen operaciones de control.

El número de fiscalizadores de transporte, que debían multar a los colectivos y hacer respetar el espacio de los buses en los corredores, también disminuyó de 1.000 a 500, según cifras de la Gerencia de Transporte Urbano (GTU).

En enero del 2014, dos consorcios (Transportes Arequipa y TGA) ganaron el concurso de licitación para operar, cada uno con su flota de buses, en el corredor azul. El compromiso de ellos era chatarrear sus unidades antiguas y tener patios para sus unidades. La comuna debía implementar rutas alimentadoras, conectadas a la troncal del corredor y retirar coasters del Callao.

Pero, en febrero del 2015, el alcalde Luis Castañeda dio un ultimátum a los consorcios: o cumplían todos los requisitos para la preoperación o se anulaban sus contratos. Ante la nulidad de su licitación, el consorcio TGA, interpuso el año pasado un arbitraje a la comuna de Lima, el que aún no se resuelve y la decisión tomará hasta un año más.

“Tuvimos que retirar nuestros buses del corredor”, indica Uldarico Martínez, representante de TGA. “Si hay menos buses, más gente reclama”, dice Guerra García.

—Coasters intocables—
La situación en el corredor La Marina-Javier Prado es más caótica. La gestión de Villarán dejó en operación 110 buses en esta troncal, los que iban a ir en aumento. La comuna debía retirar 118 rutas de este eje vial, de las cuales 70 tenían autorización del Callao. Esto iba reducir la flota de 6 mil unidades, entre buses, coasters y combis, a solo 329.

El año pasado, la Municipalidad de Lima anuló el contrato con el consorcio EcoExpress Javier Prado (operaba con 133 buses). Argumentó que ese acuerdo legal no tenía la opinión favorable del Ministerio de Economía. La compañía inició también un arbitraje contra la comuna capitalina.

Ángel Mendoza, representante legal del consorcio AllinGroup Javier Prado, afirma que en la ruta La Marina-Javier Prado solo operan 200 buses rojos del corredor.

“A nosotros no nos anularon el contrato porque firmamos una adenda, pero lamentablemente la municipalidad no cumple con retirar las coasters del Callao. Todo eso nos genera pérdidas”, indica.

Solo basta subirse a uno de estos buses para certificar la informalidad impune de las coasters. Acá, los pasajeros también optan por colectivos.

En enero empezó a operar el corredor San Juan de Lurigancho, pero aún los buses no llegan al destino final: la avenida Brasil. Las unidades moradas compiten con coasters.

En febrero del 2015, la comuna de Lima canceló el proceso de licitación para el cobro electrónico de pasajes en los corredores porque el contrato no tenía la opinión del MEF. El consorcio Recaudo Lima inició una acción legal ante el Poder Judicial contra la comuna limeña. La municipalidad se abstuvo de dar su versión a este Diario. 

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