Más de 30 mil colectivos operan en las rutas de los corredores complementarios. (Foto: GEC/César Campos)
Más de 30 mil colectivos operan en las rutas de los corredores complementarios. (Foto: GEC/César Campos)
/ CESAR CAMPOS
Juan Pablo León Almenara

Dos años profundamente abocados a investigar el caos del transporte y el tránsito en Lima nos permiten afirmar que el servicio de debe ser erradicado por completo para dar paso a un sistema de transporte masivo de calidad.

No solo porque los choferes de colectivo se han organizado para invadir paraderos, agredir a inspectores, evadir los operativos y hasta pagarle a una red de abogados especializados en dilatar sus papeletas hasta su prescripción, sino porque su proliferación es lo que ha generado la congestión vehicular en Lima. La misma que nos quita hasta cinco horas al día, la misma que nos ha colocado en el tercer puesto del ránking de ciudades con más tráfico en el mundo.

Las cifras lo demuestran: en el mismo espacio de pista donde caben tres taxis colectivos con 12 pasajeros puede entrar un solo bus formal con capacidad para 60 personas. Por eso, los 15 mil colectivos informales que circulan por la avenida Arequipa han hecho que la velocidad de los buses del corredor azul descienda de 13 km/h a solo 9 km/h.

Y como un círculo vicioso, la lentitud que han generado en los buses de los corredores ha hecho que los pasajeros se bajen de este transporte formal y se suban al informal que va más rápido y te dejan en cualquier esquina, financiando una actividad que no tributa, y perjudicando al sistema formal que podría mejorar y ampliar su flota.

En la campaña #NoTePases somos totalmente conscientes de que el taxi colectivo apareció para cubrir una demanda de personas que no tenían otra opción para trasladarse (hay cerca de 1 millón de limeños de zonas periféricas sin acceso al sistema formal de transporte). Sin embargo, el descontrol para fiscalizar al colectivo ha hecho que este servicio termine operando en más de 22 rutas donde sí hay opciones formales para movilizarse, como Lima-Chorrillos, Arequipa-Tacna-Garcilaso, Javier Prado-La Marina, San Juan de Lurigancho-Magdalena, entre otras.

Transportistas informales que hacen ‘colectivo’ protestan y bloquean pistas en distintas zonas de Lima. (Fotos: Mario Zapata/GEC)
Transportistas informales que hacen ‘colectivo’ protestan y bloquean pistas en distintas zonas de Lima. (Fotos: Mario Zapata/GEC)

Ya no hay marcha atrás para el cambio. Esta es la oportunidad de oro para que la Autoridad del Transporte Urbano (ATU) cumpla con instalar un sistema de movilidad digno, aumentar las rutas de los corredores pero, sobre todo, habilitar carriles exclusivos para estos buses, como ocurrió durante los Juegos Panamericanos Lima 2019, que permitían cruzar toda la ciudad en menos de 45 minutos sin que ocho colectivos bloqueen su paso en cada esquina.

Hoy los colectiveros informales han mostrado el verdadero rostro de la informalidad: 120 detenidos, vías obstruidas, propiedad pública dañada, 30 buses de los corredores afectados y con las llantas pinchadas, tres rutas de los alimentadores suspendidas y miles de limeños afectados por una marcha que terminó siendo ilegal.

Es tarea de la ciudadanía darle la espalda a este servicio informal, muchas veces peligroso y con choferes que no reciben el más mínimo filtro para dar un servicio de transporte.

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