El valle del Chillón sale a flote luego de la emergencia
El valle del Chillón sale a flote luego de la emergencia
Jorge Malpartida Tabuchi

Ahora que el río Chillón parece calmado, Mario Cristán Alvetis escarba en el lodo que arrasó su vivienda ubicada en el centro poblado de Trapiche Bajo (distrito de Santa Rosa de Quives, Canta). Después del huaico, aún tiene esperanzas de recuperar algún objeto valioso.

“No me queda más que tirar lampa para ver qué encuentro. No puedo quedarme en una carpa para toda la vida”, dice Mario sosteniendo una carretilla donde coloca el desmonte que va sacando de a pocos.

Cuando la noche del miércoles 15 de marzo el agua cargada de piedras y ramas derrumbó el muro de piedra que bloqueaba el ingreso del río, Mario no tuvo tiempo ni de sacar su ropa. Solo pudo correr y alertar a su familia. Sus muebles, electrodomésticos y herramientas quedaron enterrados a más de un metro de profundidad.

En este barrio, otras veinte familias se encuentran afectadas. Duermen en carpas con el temor de que el agua vuelva a ingresar con fuerza, por eso durante las mañanas se apuran en limpiar sus casas y colocar sacos terreros que los protejan de un nuevo embate de la naturaleza. Gumercinda Cristán, la hermana mayor de Mario, cuenta que sus familiares han venido desde Ayacucho para ayudarlos. “Necesitamos cerrar las defensas ribereñas cuanto antes, pero no tenemos equipos para hacerlo”, cuenta.

—Estructuras dañadas—
En la carretera Lima-Canta, los centros de esparcimiento campestre han contratado maquinaria pesada para reencauzar el río Chillón y limpiar sus predios. Los deslizamientos de hace dos semanas destruyeron 20 mil m2 del club Las Retamas. El huaico arrastró baños, juegos metálicos y sillas.

“Por suerte el desborde no se dio durante un fin de semana, cuando  recibimos hasta mil visitantes”, dice el propietario Mario Huamán Abregón.  Otros locales como Pinos & Eucaliptos han traído volquetes y cargadores frontales a la zona para reactivar sus servicios en las próximas semanas.

—Volver a producir—
En el centro poblado de Macas, cerca de 150 hectáreas de cultivo se dañaron por los huaicos. Decenas de agricultores que abastecen con hortalizas a los mercados de Lima perdieron cosechas enteras y se quedaron sin agua para regar por el colapso de canales y bocatomas. Pese a estas limitaciones, agricultores como Luis Gomero Osorio, presidente de la Asociación de Productores Ecológicos de Chillón, han retomado el cultivo de poro, albahaca y repollo. Junto a sus otros 30 socios, limpiaron  el canal principal y ahora pueden regar con regularidad. “Ya no necesitamos comida ni agua, sino maquinaria, semillas y rehabilitar los canales de riego para  volver a producir”, dice Gomero

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