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Ya es una tradición. En invierno o en verano, a la playa de Makaha llegan –por recomendación o curiosidad– personas de distintas edades, muchas de ellas turistas, con la ilusión de aprender a surfear. No es casualidad que en esta porción de la costa miraflorina haya 14 escuelas de tabla.
Una de ellas es la academia de Johnny Linares, un curtido surfista con más de dos décadas de experiencia. El COVID–19 ha golpeado el negocio, y muy duro. Hasta el año pasado, en octubre era común recibir al menos a una docena de alumnos en un fin de semana. Pero los tiempos han cambiado.
“Antes venían muchos turistas, pero ahora ya no tanto. Los últimos que recibí ayer [jueves] fueron tripulantes de Air France”, dice Linares.
En un recorrido por Makaha, El Comercio comprobó que había una decena de tablistas en el agua y pocas familias –algunas cerca de la orilla, otras en la vereda– en momentos de ocio.
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—En debate—
La pronta llegada del verano ha generado un debate inevitable: ¿debe cerrarse de plano el acceso a las playas? Hasta ahora hay cierto consenso en que la afluencia debe limitarse, y que es necesario establecer un protocolo para evitar la propagación del virus.
El Ejecutivo aún no ha tomado una decisión, pero alcaldes de los distritos costeros de Lima enviaron una propuesta para limitar el acceso a las playas en el verano e implementar lavaderos de manos en la Costa Verde, entre otras medidas.
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Los médicos infectólogos Carlos Medina y Camille Webb, de la Universidad Cayetano Heredia, coinciden en que si bien es necesario activar espacios públicos recreativos, en las playas podrían generarse aglomeraciones de personas y, con ello, aumentar el riesgo de contagio.
“El riesgo no está en el terreno, el mar o la arena, sino en el comportamiento social. Es probable que no se respete la distancia y que el uso de mascarillas sea menos frecuente o irregular. Eso permite que el virus se contagie con más facilidad”, afirma Webb.
Medina, en tanto, menciona: “Si haces alguna actividad física, como jugar una pichanga, algo que es normal en la playa, o ingresas al mar quitándote la mascarilla, será mucho más difícil cumplir las medidas de bioseguridad”.
Los expertos consultados también recuerdan que en la playa es mucho más difícil lavarse las manos con frecuencia, norma básica para prevenir contagios. Por ello, insisten en que es mejor buscar otras alternativas de recreación.