Un volcán de agua en Lima, por Gonzalo Torres
Un volcán de agua en Lima, por Gonzalo Torres
Gonzalo Torres

El 24 del presente se celebró la Fiesta de San Juan en varias partes del mundo, una fiesta que tiene un componente pagano al estar relacionada íntimamente con el solsticio de verano en el hemisferio norte, y el de invierno en el sur. En el Cusco, el Inti Raymi marca un nuevo año en el calendario agrícola. En las tradiciones limeñas, este día estaba marcado por la fiesta en la pampa de Amancaes, que se vestía de amarillo tras la aparición de aquella flor limeña, hoy aplastada bajo el cemento de esa zona del Rímac que a partir de los años sesenta y setenta comenzó a poblarse especialmente con gente llegada del norte del Perú.

La fiesta y la consiguiente peregrinación tienen una raíz colonial y están descritas hasta en las crónicas de los visitantes extranjeros en el siglo XIX. Esta celebración tomó un impulso en el oncenio de Leguía, cuando el presidente estableció el Día del Indio (transmutado luego en Día del Campesino) y en la pampa se amalgamó todo eso que hoy llamamos criollismo con música, baile, caballos de paso, viandas, pisco, más las presentaciones del folklore andino. En cuanto a la capilla que se erigió en tiempos coloniales en el lugar, esta se sostiene bajo la tradición virreinal del encuentro milagroso de una imagen de Jesucristo en una roca. Se forma posteriormente una ermita, que luego se transforma en esa pequeña iglesia barroca que hasta el día de hoy se sostiene a duras penas, y que aparece en fotos y grabados de la fiesta. Lo interesante está detrás: el volcán de agua.

Esta es una formación natural de rocas con su propia tradición, que cuenta que la misma Santa Rosa se encadenó al volcán para que no emanara agua e inundara Lima. La roca tiene una oquedad que algunos atribuyen al trabajo de canteros. Tradiciones orales cuentan que si uno ponía la oreja, escuchaba agua discurrir, e inclusive hay gente que de niña ha visto la roca encadenada. En el virreinato, en la piedra se pintó una imagen de la Virgen Dolorosa, a la que también se hacía una romería. Hoy sigue allí la imagen repintada y acompañada ahora por la Cruz de Motupe. La roca encapsulada ha sido convertida en ermita para una nueva devoción.

Creo yo que aquí hay una raíz prehispánica muy antigua. La presencia de la iglesia así lo denota: está ubicada delante de esta roca, como queriendo taparla. No es casual que sea un roca que emana agua sabiendo que es un elemento central del mundo andino asociado a la fertilidad. ¿Puede ser esta roca parte de una peregrinación/fiesta de solsticio o de culto al agua al cual se le pintó un ícono occidental para extirpar la idolatría? Otro detalle: ese tipo de peña con esas oquedades las he visto en el Cusco, específicamente en el Señor de Tetecaca, otra fusión de culturas. Allí, en una de esas oquedades talladas, está la imagen de un Cristo muy antiguo sobre lo que fue una huaca, parte del sistema de ceques (líneas de orientación espacial) del Cusco. La huaca, otra vez, tiene que ver con el culto al agua. ¿Será el volcán de agua parte de un ceque limeño que está en línea noroeste con Pachacámac? Fruto para investigadores.

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