Redacción EC

LUIS SILVA NOLE / 
Redactor de Sociedad

Una estampita de San Judas Tadeo, el santo de los imposibles, hace guardia al costado de la cama 513 en el Servicio de Infectología del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN). Enma tiene 9 años y una infección severa en los pulmones que, desde hace un mes, la tiene postrada en esa cama del otrora Hospital del Niño. La pequeña siente que el nosocomio de es un desierto de soledad cuando no está mamá ni su ángel de verde, ese que con diferentes rostros la visita a diario.

Esta mañana el ángel se llama Nancy Torres de Hinojosa. Al verla, Enma sonríe tanto que la luz de su rostro opaca las cánulas que invaden su nariz. Hoy toca hacer un proyecto de paisaje y Nancy, el ángel, le enseña a la niña, débil y delgada, cómo debe de hacer las bolitas de papel que luego pegará para dar forma a un arcoiris.

Con voz tierna, Nancy no solo mantiene vigentes las capacidades psicomotrices y de intelecto de la niña, también fortalece su ánimo frente al rigor de un tratamiento médico extremo. “Mis días de voluntariado, los miércoles, son sagrados. Ser madre te hace sentir la necesidad de afecto de estos niños. Algún día me tendrán que botar de aquí, porque no me pienso ir nunca”, dice Nancy.

Ella es una de las poco más de 200 voluntarias que integran la Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), en , tal como explica Gisella Gálvez Duharte, coordinadora general de la asociación.

“La idea es que los niños y jóvenes no se atrasen en sus estudios por permanecer hospitalizados. Programamos las clases de acuerdo a la currícula escolar de su grado. Si el médico lo permite, vienen al aula que hemos acondicionado en cada hospital. De lo contrario, las clases las damos en sus camas, siempre con un toque lúdico y mucho cariño”, añade.

“Los preparamos en Comunicación y Matemática, y alistamos con ellos proyectos para Personal Social, y Ciencia y Ambiente. Para los de secundaria se enfatiza en razonamiento matemático y comprensión lectora”, comenta la profesora Carmen Esquivel, coordinadora pedagógica de Aprendo Contigo en el INEN.

PERO LA AYUDA FALTA

La asociación cumple esta loable labor desde hace 14 años. Hoy tiene unas 60 voluntarias en el INSN, pero hacen faltan manos porque solo se puede atender a 100 de los 500 menores internados ahí. En el INEN hay 150 voluntarias para unos 120 chicos y chicas. Marisol Labarthe, coordinadora de Imagen y Recursos, invoca a la solidaridad: “Necesitamos más voluntarias, especialmente para el Hospital del Niño. También de donaciones para mantener nuestras aulas y contar con materiales educativos”.

“A través del vínculo que establecemos con el niño y su familia podemos acompañarlos a enfrentar la experiencia dolorosa, transformándola en una de aprendizaje y crecimiento emocional”, explica a El Comercio Malili Montalbetti, psicoterapeuta de la asociación.
“Me gusta que vengan las ‘mises’ de verde porque hacemos cosas bonitas”, dice Enma desde su cama y ante el silencio del detente del Señor de los Milagros que lleva en el pecho.

A TENER EN CUENTA

  • Para colaborar con Aprendo Contigo, llamar al 447-8140 o depositar en la cuenta de ahorro en soles del BCP N° 194-1553313-0-29.
  • Para Hugo Díaz, del Consejo Nacional de Educación, se requiere una ley que obligue a poner aulas hospitalarias en todo  los hospitales.
  • El Ministerio de Educación da un certificado de asistencia por las clases de Aprendo Contigo que los niños entregarán a sus colegios.

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