Czar Gutiérrez

El problema se inicia la mismísima noche —aciaga para algunos, feliz para otros— que un marinero español oriundo de Lepe, apostado en mástil de una de las tres carabelas, vio una lumbre y gritó dos veces tierra. “A cuya tan dulce palabra acudieron todos a ver si decía verdad; y como la vieron, comenzaron el Te Deum laudamus, hincados de rodillas y llorando de placer. Hicieron señal a los otros compañeros para que se alegrasen y diesen gracias a Dios, que les había mostrado lo que tanto deseaban. Allí viérades los extremos de regocijo que suelen hacer marineros: unos besaban las manos a Cristóbal Colón, otros se le ofrecían por criados, y otros le pedían mercedes”, escribe la pluma del cronista López de Gómara.