FRANCISCO MELGAR WONG

Mi sobrino de un año escucha música y se mueve, me cuenta Rafael Bonachela, director artístico de la Sydney Dance Company, tratando de entender de dónde proviene la necesidad del ser humano de expresar sus emociones a través del cuerpo y el movimiento.

Bonachela llega en pocos días a la capital para presentar en el Gran Teatro de Lima su última creación, 2 One Another, donde explora la interacción humana a través de una sensual puesta en escena con algunos de los mejores bailarines de talla mundial.

Esta pieza en particular es una celebración de la compañía que puede desarrollarse entre las personas. La inspiración no venía de afuera, ni del paisaje ni de un libro, sino de los mismos bailarines, afirma el director.

Procesos creativos Involucrado en la creación de obras de danza moderna desde hace 20 años, Bonachela tiene algunos motivos que siempre toma en cuenta al momento de emprender el proceso creativo.

Para mí es importante tener una idea. Algo que va a motivar la razón para yo crear la pieza de danza”, nos dice. “Como coreógrafo el punto de entrada es el cuerpo, lo físico y los impulsos emocionales lo que me motivan. Una vez que encuentro una idea está listo un terreno fértil para la inspiración. Ahí es donde motivamos el pensamiento y lo ponemos en movimiento.

Siempre le digo al público que hay que dejarse llevar, expresa Bonachela. La danza es un viaje emocional. El movimiento es algo con lo que todos podemos penetrar. No es la palabra ni el lenguaje. Da lo mismo que seas de donde seas. Todo el mundo puede conectar con el cuerpo en movimiento. Dejarse llevar, dejar la imaginación volar.

¿Pero, no hay acaso un significado que debe ser revelado para lograr penetrar en lo que la obra quiere decir? Significa lo que significa para ti. Luego hay que buscar tu propia conexión con los bailarines. Lo que tú sientes es lo verdadero y lo que tiene sentido, aclara.

Si bien en el ámbito de la música es requisito que el director de una orquesta sepa tocar algún instrumento, no es preciso que un director de danza moderna sepa bailar. Al menos es algo que no es esencial, según la opinión que Bonachela tiene de ello.

Hay coreógrafos que no han sido bailarines profesionales pero son muy buenos coreógrafos”, dice. Claro, hay que haber bailado de alguna manera, de alguna aunque sea, pero ningún bailarín hace un buen coreógrafo. El coreógrafo debe tener un tipo de habilidad y de imaginación. Hay que querer saber cómo funcionan las cosas. Hay coreógrafos muy buenos que nunca han bailado.

La danza contemporánea es un abanico de posibilidades fantástico, añade. Incluso muchos artistas visuales usan el cuerpo ahora. Eso es algo que se ve más y creo que eso viene un poco de la danza.

Finalmente, la conversación acaba donde comenzó, en la necesidad ancestral de expresarnos a través del cuerpo. Está en todas las culturas porque está en el hombre. Es una manera de expresarnos más allá de la lengua y los idiomas. Todos podemos bailar juntos, concluye.