ÓSCAR BERMEO OCAÑA

Dieciséis años tuvieron que pasar para que un clásico de los musicales vuelva a nuestras salas. Annie, la inacabable historia de una niña que busca la pista de sus padres, regresa con matices contemporáneos.

Montar un clásico siempre demanda un esfuerzo adicional para salir airoso de las obligadas comparaciones. Henry Gurmendi y Ricardo Bonilla, los directores del proyecto, entendieron bien eso y ejecutaron las acciones correspondientes. Es una obra que deslumbró en su estreno en 1977, en Broadway, y a partir de ahí ha recorrido todo el mundo. Teníamos la idea de traerla pero no veíamos el momento adecuado, refiere Gurmendi.

A principios de año, la dupla viajó a Nueva York y vio la nueva versión del musical. Los atrapó el sonido contemporáneo y decidieron realizar lo propio en nuestro país. Gurmendi reflexiona sobre las condiciones que debieron tener en cuenta para montar el espectáculo.

Esta propuesta respeta la inicial, pero la mayoría de adaptaciones se han dado en el lado musical, para que la partitura clásica suene actual. Hay más guitarras eléctricas y batería en el nuevo sonido de Annie. Hoy los chicos tienen una forma distinta de percibir el arte, aunque, claro ,no nos salimos del formato de época, la historia ocurre en 1930, durante la crisis económica, dice.

Pese a que hay una línea trágica, marcada por la ausencia de los padres, Annie es un canto a la esperanza. La pequeña huérfana lidia con la dureza de la señorita Hannigan (Elena Romero), la fría regenta del orfanato que se resiste a que el millonario Oliver Warbucks (Carlos Lozano) adopte a la niña.

En medio de ese conflicto, la niña no olvida su principal objetivo: conocer a sus verdaderos padres. Si bien hay un trasfondo triste, el montaje tiene personajes que hacen que el mensaje final no sea el de la tristeza, sino de la esperanza total. Hay mucha fe en esta historia. Hasta el último momento, la niña tiene fe en encontrar a sus padres, ese es el clic de la obra, refiere Gurmendi, quien saludó a Osvaldo Cattone, el director que trajo años atrás por primera vez a Annie a los teatros de nuestro país.

PREPARACIÓN Cerca de treinta artistas suben al escenario del teatro Mario Vargas Llosa para contar y cantar la historia. La protagonista Camila Dellepiane y doce niñas fueron seleccionadas en un ‘reality’ transmitido en el programa “Americlub”. Ricardo Bonilla, quien también interpreta al maquiavélico Rooster, volcó su experiencia en el trabajo con niños en favor del espectáculo.

Se ha formado un bonito grupo de bailarines, cantantes y actrices. Hubo talleres y una gran preparación previa, señala.

Además, la propuesta actual incluye música en vivo. Una orquesta de diez ejecutantes amenizará clásicas piezas como “Ya no aguanto más”, “Juntitos por fin”, entre otras. “Es una apuesta más arriesgada que trabajar con pistas, pero creo que genera una atmósfera más íntima y familiar”, precisa Bonilla.

Los orígenes de Annie estuvieron en una tira cómica. Por ello, la escenografía también ha buscado remitir ese formato.

Figuras asimétricas, como rompiendo la monotonía, nos sumergen en el mágico mundo de Annie. La escena musical revive uno de sus mayores picos mediáticos con Annie.