Frererik Cooper lleva el timón de la revista especializada en arquitectura desde 1996. Alcanzar el número 300 es una verdadera épica en nuestro país. Foto Alessandro Currarino
Frererik Cooper lleva el timón de la revista especializada en arquitectura desde 1996. Alcanzar el número 300 es una verdadera épica en nuestro país. Foto Alessandro Currarino
Enrique Planas

El número 300 sugiere épica. En verdad, impulsar una revista de arquitectura a lo largo de 25 años, puede resultar una batalla tan difícil como resistir en el paso de las Termópilas. Para su director, el arquitecto y docente Frederick Cooper, alcanzar la edición tricentésima de “Arkinka” le produce satisfacción, pero también cierta frustración. En efecto, el ejemplar ilustrado con una pintura de Silvia Navarrete le generan sentimientos encontrados: la reivindicación del esfuerzo editorial, pero también el desaliento por el desdén de colegas que no leen sobre su propia carrera. “Mis colegas son 23 mil”, dice Cooper aún sorprendido que resulte tan difícil asegurar nuevas suscripciones a la revista que edita desde 1996.

“A lo largo de mi vida, además de ser un arquitecto profesional y docente, he experimentado esa difícil relación con la clase dirigente del país, tan penosa, tan poco sensible, gentil, lúcida respecto a la importancia de fomentar la ayuda a la cultura y la educación. Nada de ello es prioridad para ellos. A lo largo de mis 80 años, desde que empecé a ejercer el oficio, he vivido bajo ese clima”, lamenta el prestigioso arquitecto. Y, sin embargo, la revista alcanza el número 300 desafiando esa indolencia. Y lo consigue gracias a la pasión vocacional que caracteriza a Cooper y su equipo de colaboradores. En esta edición, la revista nos trae reportajes sobre dos arquitectos estrella: el español Santiago Calatrava y Norman Foster (no precisamente santos de la devoción de Cooper), un especial sobre casas diseñadas por colegas latinoamericanos y un especial arqueológico dedicado al asentamiento inca de Pirca Pirca en Yauyos.

Portada del número 300 de Arkinka. En la portada: cuadro de Julia Navarrete.
Portada del número 300 de Arkinka. En la portada: cuadro de Julia Navarrete.

El número 300 de la revista Arkinka abre con dos artículos dedicados a Santiago Calatrava y Norman Foster. ¿Cree que hay un repliegue en la atención que años atrás se dedicaba a los “starchitecs”, los arquitectos estrella, para apreciar más bien proyectos menos ambiciosos, pero que acercan a los ciudadanos al espacio público?

Ha habido un repliegue, de hecho. Pero esos señores siguen creyendo que realmente influyen en la creación de las ciudades, de sus fundamentos espaciales y comunitarios. Los casos de Calatrava y de Foster son distintos. El primero tiene una enorme popularidad en el mundo, es un arquitecto estrella, pero es también un gran sinvergüenza. Un hombre perseguido judicialmente por malos manejos de dinero en varias partes del mundo. Además, creo que es un hombre que ha equivocado por completo los fundamentos de la arquitectura. Foster, por otro lado, es mucho mejor que Calatrava, pero ha sucumbido ante el dinero.

El Wembley Stadium de Londres, diseñado por el arquitecto Norman Foster, tiene una capacidad para 
90.000 espectadores. Aquí juega la selección de fútbol de Inglaterra y fue sede para los Juegos Olímpicos de Londres en el 2012.
El Wembley Stadium de Londres, diseñado por el arquitecto Norman Foster, tiene una capacidad para 
90.000 espectadores. Aquí juega la selección de fútbol de Inglaterra y fue sede para los Juegos Olímpicos de Londres en el 2012.

¿Por qué?

Foster tuvo una trayectoria muy respetable, pero asumió una empresa de dimensiones colosales. La última vez que lo vi fue en la Bienal de Venecia, hace un par de años. Le pregunté cómo podía suponer que la gente seria iba a creer que él hacía realmente esa cantidad de obra. “Yo veo todos los proyectos”, me dijo. Pero resulta imposible tener 500 proyectos en ejecución y ser consciente de todos. Foster ha montado una industria a la que ha aportado su nombre, y con ello convirtió su arquitectura en un producto de consumo. La gente sigue considerando que Foster contribuye al medio ambiente y al desarrollo de las ciudades por lo que ha construido en los países árabes, sobre el agua. Pero recordemos que suyo también es el cancelado aeropuerto de México. Las estrellas de la arquitectura creen que todavía influyen en el desarrollo de sus sociedades, pero la verdad es que han perdido la noción de la realidad. Creo que el único arquitecto estrella que realmente hizo algo trascendental es el inglés Richard Rogers, a quien Tony Blair le encargó renovar las ciudades inglesas, algo a lo que se dedicó durante 10 años. Y, realmente, logró transformar la calidad del contexto urbano en Londres y las principales ciudades del país.

Liège-Guillemins, del arquitecto español Santiago Calatrava, es una de las modernas estaciones de más avanzado diseño. (Foto: Getty)
Liège-Guillemins, del arquitecto español Santiago Calatrava, es una de las modernas estaciones de más avanzado diseño. (Foto: Getty)

En el artículo que la revista publica sobre Calatrava se dice que este arquitecto es “admirado por políticos y multitudes pero detestado por sus colegas”. ¿Por qué esta división entre el público?

Porque Calatrava no hace edificios. Él hace esculturas melosas. Y descubrió que al hacer estas obras singulares, extrañas, exóticas, podría generar el mercado que, efectivamente, ha cultivado. También es verdad que la sociedad, desde hace ya unos 80 años, ha perdido las nociones de la arquitectura. Una persona no entiende que un edificio no es lo mismo que una escultura habitada. Un edificio es una construcción que debe servir para que la gente viva más confortablemente, para que las ciudades operen de una manera más eficiente, para que las comunidades se integren de una manera más armoniosa. Lo que hace Calatrava es distorsionar todo esto al crear alicientes a una frivolidad lejana a todos esos valores. Por estos caprichos de edificios de grandes costillares y guiños góticos, alcanza cifras inaceptables y promueve con ellos la corrupción a dimensiones escandalosas. La arquitectura es el arte de construir, no el de esculpir. El artista indobritánico Anisk Kapoor, por ejemplo, es un escultor fantástico. Hace estructuras literalmente habitables, pero son esculturas. Él no pretende hacer edificios. No creo que todos los arquitectos lo detesten: algunos se han subido al carro porque se detecta que allí hay fuentes de dinero.

El presupuesto de la estación de trenes bajo el World Trade Center de Nueva York costó US$ 3,850 millones, lo cual transforma esta estación en la más cara del mundo. (Foto Getty Images)
El presupuesto de la estación de trenes bajo el World Trade Center de Nueva York costó US$ 3,850 millones, lo cual transforma esta estación en la más cara del mundo. (Foto Getty Images)

Lo curioso es que muchas ciudades, por sentirse modernas, querían un diseño de Calatrava…

Así es, como todos los ricos en el Perú querían un cuadro de Szyszlo en su sala para sentirse ricos. No sabes la cantidad de gente que no conocía a Gody y me pedía que hablara con él para conseguirle un cuadro. ¡Y con rebaja además! Es lo mismo: los Estados, las municipalidades, desde que Frank Gehry introdujo la idea que el Museo Guggenheim de Bilbao podía constituir el emblema de una ciudad, creen que teniendo un Calatrava sus ciudades adquirían un atractivo excepcional.

Museo Guggenheim de Bilbao, en España. Representa la arquitectura vanguardista del siglo XX. Cuenta con 24 mil m2 y fue construido con planchas de titanio, piedra caliza y vidrio. (Foto: Shutterstock)
Museo Guggenheim de Bilbao, en España. Representa la arquitectura vanguardista del siglo XX. Cuenta con 24 mil m2 y fue construido con planchas de titanio, piedra caliza y vidrio. (Foto: Shutterstock)

¿Cree que la gran crisis económica en la primera década del milenio hizo que pasara de moda la admiración por el arquitecto estrella?

No ha acabado. Hay, por lo menos, unos treinta arquitectos en el mundo que siguen siendo estrellas. Y China se ha convertido en el gran hervidero de esa forma de estrellato. Digamos que lo que ha desaparecido es el prestigio que hace un siglo tuvo el estrellato. Le Corbusier, por ejemplo, era una estrella importante y a la vez trascendente.

Justamente Calatrava se presenta como un creador que encontró la vocación gracias a los diseños de Le Corbusier.

Calatrava empezó su vocación de una manera muy incierta. Quiso ser escultor y pintor, para luego estudiar arquitectura. Su primera obra, en Suiza, fue la única trascendente: una estación ferroviaria en el corazón de Zúrich, realmente espléndida. Pero de allí en adelante, el éxito se le trepó a la cabeza. Creyó que el manejo de la estructura metálica podía permitirle desplazar las formas de la edificación a terrenos arbitrarios. Creo que es un hombre con una formación intelectual precaria: Habla de Le Corbusier de forma frívola y superficial.

Cooper analiza con rigor el fenómeno de los arquitectos estrella. Calatrava y Foster entre ellos. (Foto: Alessandro Currarino)
Cooper analiza con rigor el fenómeno de los arquitectos estrella. Calatrava y Foster entre ellos. (Foto: Alessandro Currarino)

A manera de contrapuesto, la segunda parte de la revista aborda proyectos mucho más ligados a la escala humana, desplegando diseños de casas en Latinoamérica. ¿Cómo ves esa sintonía entre los proyectos de arquitectos de la región?

América Latina tiene hoy arquitectos de primerísima línea. Lamentablemente la sociedad latinoamericana, sus clases dirigentes, es mucho más proclive a dejarse influir por la arquitectura del estrellato decadente a la que me he referido anteriormente. Ninguno de ellos está en la competencia por el estrellato. Quizás el único sea el chileno Alejandro Aravena, un arquitecto muy inteligente pero con una evidente proclividad hacia la celebridad. Aquí en el Perú, si nuestros arquitectos pudieran desplegar lo que saben en el espacio público, estaríamos contando otra historia. Pienso en Alexia León y Lucho Marcial, por ejemplo (arquitectos del Museo Nacional de Historia). Gente de primerísimo nivel. Como ellos, te señalaría 20 arquitectos peruanos de talla internacional, mucho más conocidos en el extranjero que en el Perú. ¡Pero tenemos un colegio de arquitectos tan indecente como nuestro parlamento!

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Un museo al aire libre en medio del desierto chino
China inauguró un peculiar museo instalado al aire libre y en medio del desierto de Suwu, en la provincia de Gansu, un sitio que en tan solo unas semanas se ha


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