El célebre violonchelista Yo-Yo Ma le dedicó un tema musical a la comunidad shipiba de Cantagallo, afectada profundamente por la epidemia del coronavirus COVID-19. La foto muestra al músico chino tocando frente a un mural shipibo-konibo durante su visita al Centro Histórico de Lima en 2019. (Foto: Dante Piaggio).
El célebre violonchelista Yo-Yo Ma le dedicó un tema musical a la comunidad shipiba de Cantagallo, afectada profundamente por la epidemia del coronavirus COVID-19. La foto muestra al músico chino tocando frente a un mural shipibo-konibo durante su visita al Centro Histórico de Lima en 2019. (Foto: Dante Piaggio).
Czar Gutiérrez

Hace tres mil años, cuando el trueno no tenía nombre y los ríos no se habían convertido en carreteras de agua, ellos ya estaban allí. Jóvenes guerreros con piel de cobre que transformaban el barro trémulo en cántaros y vasijas. Que convertían un tronco hueco en cerbatana y los huesos del guacamayo azul en proyectiles de necesidad mortal. Formando pequeñas aldeas a orillas del río Ucayali y sus afluentes, hablando una extraña lengua compartida con sus primos hermanos cashibo y panobo, la familia filogenética sentó sus reales a 15 kilómetros de Puka Allpa o ‘tierra roja’ (Pucallpa en quechua).

Fundada como comunidad Jepe-Wesha o isla de Yarina —por estar en la ribera izquierda de la laguna Yarinacocha—, será a causa de las persistentes labores de evangelización cristiana cuando cambie su nombre a San Francisco, cosa que ocurre hace exactamente 106 años por acción directa del religioso Enrique Felipe Lake. Dicen que desde entonces el mundo shipibo nunca volvió a ser el mismo. Que con el disco de plata que llevaban insertado en la nariz también cayó gran parte de su cosmovisión original. Que sus patrones etnográficos y la profundidad de su mundo espiritual fueron erosionados por un arte decorativo que persiste en refugiarse bajo las estrategias de sanación chamánica.

MIRA: Coronavirus: destacado músico Yo-Yo Ma dedica tema a la comunidad de Cantagallo | VIDEO

Cosa que quedaría desvirtuada cuando el arte kené fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación (2008). Como se sabe, el diseño shipibo posee una compleja simetría que utiliza simultáneamente los principios de traslación, reflexión en espejo, reflexión desplazada y rotación. Y su descarga energética poseería la misma fuerza espiritual inmanente del íkaro, esa energía vibracional que se dice viaja del chamán a su receptor armonizando cuerpo y mente. Hasta que el paciente quedaría perfectamente magnetizado, protegido y sanado. El expediente técnico para esa declaratoria fue elaborado por la antropóloga Luisa Elvira Belaúnde y presentado por el artista Jorge Luis Baca de las Casas, en representación del colectivo pictórico Barin Bababo.

Cuadro por el artista shipibo Bima Inuma. (Imagen: Bima Inuma)
Cuadro por el artista shipibo Bima Inuma. (Imagen: Bima Inuma)

HIJOS DEL COSMOS

Fundado por un grupo de jóvenes estudiantes shipibos de San Francisco, el taller de pintura Barin Bababo —‘los descendientes del cosmos’— es un esfuerzo cultural que explora los derroteros del arte abstracto y simétrico que cultivaron sus ancestros. Los pintores Elmer Inuma Pezo y Filder Agustín Peña estuvieron a cargo de su fundación en 1999 y dos años después serían invitados a intercambiar artísticamente en Gotemburgo. El 2005 hicieron su primera exposición internacional en esa misma ciudad sueca y al año siguiente sus trabajos pasaron a formar parte de la colección permanente del Museo Internacional de Arte Naif de Vicq, Francia. Hasta que el 2007 nuestro Museo de la Nación exhibe por primera vez sus pinturas.

Entonces, pueblo nómada al fin y al cabo, los shipibo llegaron masivamente a . Y convirtieron esa loma en el centro nuclear de su arte pintado, tejido y bordado. De su bisutería hecha con semillas y mostacillas. Hasta convertirla en un universo paralelo fabricado con la colorida intensidad de la selva baja. Para una mística amazónica que parecía enlazar con la densidad atmosférica de Lima. Esa extraña simbiosis sería brutalmente fracturada el 4 de noviembre de 2016 cuando un voraz incendio consumió las precarias viviendas de la comunidad. La magia de sus dioses les ayudó a sobrevivir a ese primer golpe.

El segundo fue peor y ocurrió hace unos días. El coronavirus llegó a Cantagallo y se cobró la vida de Filder Agustín Peña. Y azotando impiadosamente a las comunidades asentadas en ambos márgenes del Ucayali, estuvo a punto de llevarse también a Rawa Muñoz, pintor de Barin Bababo cuya visibilidad generó que algunas autoridades viajaran hasta San Francisco y gestionaran los primeros auxilios. Que primero serán sanitarios. Y cuando esta pesadilla pase, se pondrán a edificar el Museo de Arte Shipibo y una estatua a Filder, a quien no se cansan de llorar.

El arte shipibo se caracteriza por sus impactantes colores y su compleja simetría. (Imagen: Bima Inuma)
El arte shipibo se caracteriza por sus impactantes colores y su compleja simetría. (Imagen: Bima Inuma)

VIBRA PLANETARIA

Golpes más, golpes menos, los Barin Bababo dicen estar más unidos que nunca: Clotilde Urquia, Pepe Agustín, Layner Mori, Bima Inuma, Roldan Pinedo, Loyver Yui Lopez y los hermanos Grober, Leonardo y Marcial Inuma Pezo. Dicen que hoy mejor que nunca es hora de tejer un puente turístico y cultural. Que van a reconstruir tanto la casa como el mercado artesanal, actualmente en ruinas. Es más, proyectan la implementación del hospital con generadores de oxígeno, paradójicamente el bien más escaso en la selva, ese pulmón del mundo que estos días parece estar suficientemente fatigado.

Imágenes selváticas del arte shipibo. (Imagen: Bima Inuma)
Imágenes selváticas del arte shipibo. (Imagen: Bima Inuma)

El año pasado en Lima conocí a artistas de la tribu shipibo, que usan el arte para compartir su conocimiento de la Amazonía. Se establecieron en el denso barrio de Cantagallo, que enfrenta altas tasas de COVID-19. Esto es para ellos y los millones que no tienen el lujo de la distancia”, acaba de escribir , el cellista vivo más importante del planeta, al tiempo de dedicarles una soberbia obertura cuya repercusión ya es planetaria. Que toda esa energía, junto a la sanadora vibración de los íkaros, vuelva a conmover a sus dioses.

¿Qué es un coronavirus?

Los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden llegar a causar infecciones que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, que se pueden contagiar de animales a personas (transmisión zoonótica). De acuerdo con estudios, el SRAS-CoV se transmitió de la civeta al ser humano, mientras que el MERS-CoV pasó del dromedario a la gente. El último caso de coronavirus que se conoce es el covid-19.

En resumen, un nuevo coronavirus es una nueva cepa de coronavirus que no se había encontrado antes en el ser humano y debe su nombre al aspecto que presenta, ya que es muy parecido a una corona o un halo.

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