Callao Monumental: claroscuros de un proyecto en observación
Callao Monumental: claroscuros de un proyecto en observación
Juan Carlos Fangacio

Cruzado de brazos y piernas, y colgado de un puro que se consume lentamente, el artista cubano Carlos Quintana espera y espera. Había llegado a Callao Monumental para inaugurar dentro de un par de semanas la muestra “El doble” –que une sus óleos con las fotografías del argentino-israelí Enrique Rottenberg–, pero un lío judicial congeló sus planes, al igual que los de varios otros artistas.

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Luego de que el domingo pasado la policía detuviera al empresario israelí Gil Shavit, presidente del proyecto Fugaz, que a través del arte busca renovar el Callao Monumental, la incertidumbre fue creciendo. Acusaciones de corrupción, presuntas coimas al Gobierno Regional del Callao y otros destapes y rumores enturbiaban la situación de Shavit, quien fue liberado tres días después tras acogerse a la colaboración eficaz.

“El señor Shavit no va a estar más en Fugaz, ha decidido dar un paso al costado”, explica la directora cultural del proyecto, Sonia Cunliffe, quien agrega que sus actividades están lejos de desaparecer: acaban de comenzar un proceso de reestructuración para el cual designarán a un nuevo gestor cultural y un comité que lo apoye en sus funciones. “Por ahora no tenemos ningún nombre, pero el señor Shavit se desliga totalmente”, recalca.

Cunliffe precisa que el único vínculo que los uniría a él serían los inmuebles de los cuales Shavit es dueño, entre ellos la imponente Casa Ronald, donde se desarrollan las actividades artísticas de Callao Monumental. “Esos edificios los compró el 2010, pero no son inmuebles por los que se haya pagado alquiler. Todos fueron cedidos para que puedan realizarse labores culturales, no ha habido ninguna transacción económica”, asegura. 

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ÉXODO ARTÍSTICO
Pero al margen de estos problemas con la ley, la crisis artística en Fugaz es seria. El festival Art.Ca, programado para este mes y que se proyectaba como uno de los más atractivos de la temporada, ya ha sido cancelado (solo habrá una día especial de exhibiciones, el 22 de abril).

Y en pocos días, varios artistas y colectivos han tenido que aclarar su situación dentro de Callao Monumental. Uno de ellos fue Micromuseo, de Gustavo Buntinx, que a través de un comunicado precisó que su vínculo con Fugaz estuvo siempre dentro de la legalidad: “Micromuseo precisa que las exposiciones realizadas bajo su nombre en esa localidad siempre fueron una contribución desinteresada a la visión de un arte alternativo, comprometido con la recuperación cultural de la ciudad, de su barrio y de su comunidad. Deslindamos, obviamente, con cualquier acto posible de corrupción”.

Christian Bendayán también señaló que su galería Bufeo no formaba parte de Fugaz. “Bufeo es un espacio que yo alquilaba allí, pero desde hace más de una semana ya no tenemos nada allí. Nosotros no dependemos de Fugaz económicamente ni de ninguna otra manera. Es un proyecto independiente”, dijo a El Comercio.

Otros artistas más indignados decidieron retirar sus obras. Por ejemplo, Jesús Ruiz Durand, quien lamentó que “los espacios culturales también han sido infectados”. Y Abel Bentín, quien había cedido algunas obras en calidad de préstamo, hizo lo propio. “Por favor, evitar felicitaciones de dignidad o cosas por el estilo, pues no creo que deba hacerse una fiesta de este desastre –escribió en Facebook–. Se trata de una situación lamentable que perjudica a mucha gente”.

Sonia Cunliffe explicó que cada artista que tenía un espacio en Fugaz era totalmente independiente en sus decisiones y sus gastos. “Cada persona era responsable de contratar y pagarle a su propio personal. Ni Fugaz ni Gil Shavit tenían injerencia en las decisiones de cada galería. Todas las exposiciones fueron hechas con los propios medios de los artistas, nunca recibieron ni un sol para hacer una obra, eso te lo garantizo”, agrega. 

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¿Y AHORA QUÉ?
La pregunta obvia es si, después de tantos y tan severos golpes, Callao Monumental todavía tiene un futuro. De hecho, los problemas recientes no han sido los primeros cuestionamientos que ha recibido. Varias voces, por ejemplo, consideran el proyecto Fugaz como un acto de gentrificación –procedimiento de elitización por el cual un barrio se revaloriza y se desarrolla inmobiliariamente, pero a costa de desplazar a su población original–. En octubre del año pasado, el diario británico “The Guardian” incluyó el caso del Callao entre los principales casos de zonas gentrificadas en el mundo, junto a Ámsterdam, Lisboa, Ciudad de México, Buenos Aires, entre otros. Los testimonios citados eran alarmantes.

“Nadie usa el término gentrificación para referirse a lo que está ocurriendo –decía un testimonio anónimo peruano en ‘The Guardian’–. Si lees las noticias en Perú, siempre se refieren al proceso como ‘un proyecto para mejorar y cambiarle la cara al Callao’. Pero nadie habla de las casas que están siendo compradas y la gente que está siendo desplazada. […] Uno podría pensar que esta área necesita más colegios y oportunidades de empleo, pero las autoridades concuerdan con los grupos privados que abrir galerías, cafés y restaurantes caros va a solucionar los problemas”.

Patricia Ciriani, curadora e historiadora de arte y arquitectura, señala que habría que confirmar si realmente existe un desplazamiento de vecinos en el caso del Callao, pero concuerda en que el proyecto Fugaz se asemeja a un enclave de clase alta en medio de un barrio popular, sin una verdadera inclusión.

El crítico de arte Max Hernández, aunque admite no conocer en detalle la iniciativa de Fugaz, sí considera que su perfil se asemeja al de un caso de gentrificación. Pero agrega que los problemas en Callao Monumental deberían aprovecharse para generar preguntas sobre otros espacios culturales y cómo construir proyectos artísticos sólidos en un escenario aún tan limitado como el peruano.


“Se ha estado criticando a muchos artistas por formar parte de proyectos como este [Fugaz], pero también hay que considerar que el gremio por lo general ha pasado situaciones muy difíciles, la mayoría de artistas solo subsiste. En muchas ocasiones el artista no siempre se puede dar el lujo de rechazar una oportunidad para exhibir su trabajo y poder vivir de ello. Es una situación complicada”, dice Hernández Calvo.

Desde la organización de Fugaz, Cunliffe niega por enésima vez que el proyecto gentrifique el Centro Histórico del Callao, pues todos los inmuebles estaban totalmente abandonados y se han ido restaurando. “Fugaz nunca tuvo el propósito de ser solo un ‘point’ del arte, sino de recuperar un barrio a través del arte”, afirma. Hasta allí, todo bien. Pero la tarea para limpiar a Callao Monumental de toda la turbiedad reciente parece más urgente que antes.

OPINIÓN

Christian Bendayán: “La gentrificación real está en Miraflores y Barranco”

El artista, que manejaba la galería Bufeo en Callao Monumental, asegura que el proyecto lo entusiasmó desde sus orígenes, pues destacaba su orden y la integración que proponía con la gente. Por eso, discrepa con quienes la observan como una zona gentrificada. “Me preocupa más la gentrificación real y visible que se da desde hace años en Miraflores y Barranco”, dice.

Además, destaca la importancia de descentralizar las actividades artísticas fuera de Lima y la labor social con la población que, en gran parte, suple las falencias del Estado.

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