Carlos Bernasconi: “Este taller, que ya tiene 50 años, les abrió el campo a las artesanías contemporáneas”. Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio.
Carlos Bernasconi: “Este taller, que ya tiene 50 años, les abrió el campo a las artesanías contemporáneas”. Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio.
/ ANTHONY NIÑO DE GUZMAN
Diana Mery Quiroz Galvan

Sentado junto a su mesa de trabajo, nos observa llegar. Su mirada curiosa, pero apacible nos da la bienvenida a Billar-T, emblemático taller de cerámica y joyería que acaba de cumplir 50 años. Junto a Félix Oliva y César Ruiz La Rosa, él introdujo en Lima la difusión de las artesanías contemporáneas.

Recuerda que quiso ser artista desde niño, pero su abuelo le impuso la tarea de forjarse una carrera con mayores aspiraciones. Haber heredado la biblioteca de su padre, reputado médico de la época, hizo que se planteara la posibilidad de seguir sus pasos. Sin embargo, le bastaron tres meses en el hospital Dos de Mayo como auxiliar del almacén de medicamentos para convencerse de que aquello no prosperaría.

Foto del recuerdo en el emblemático taller Billar-T. Aparecen Oliva y Bernasconi.
Foto del recuerdo en el emblemático taller Billar-T. Aparecen Oliva y Bernasconi.

Estudió Letras en San Marcos durante dos años, pero tras la muerte de su abuelo se matriculó en la Escuela de Bellas Artes y empezó a pintar. Pasó por la Casa de la Moneda donde aprendió el oficio de grabador, viajó por Europa, llevó cursos de xilografía y cerámica hasta convertirse, gracias a su talento y sensibilidad, en un destacado artista multidisciplinario. Hoy, a sus 95 años, Bernasconi sigue creando con el mismo entusiasmo de sus primeras piezas. Parte de su prolífica producción artística se unirá desde mañana a los trabajos de su hija Cécica, actriz que desde hace 20 años encontró en la cerámica otra eficaz forma de expresarse.

Si tuviera elegir alguna de las múltiples disciplinas que ha trabajado, ¿cuál sería esta?

No podría contestar. El dibujo es la base de todo. Yo dibujo y el resto, pues me dejo llevar, lo veo y me digo esto puede ser una joya, esto mejor lo pinto, esto otro lo puedo esmaltar, en fin. Pero no tengo una predilección. Hay una frase, “el que mucho abarca poco aprieta”. Pero yo he apretado en todos los campos (risas).

Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio.
Foto: Anthony Niño de Guzmán/ El Comercio.
/ ANTHONY NIÑO DE GUZMAN

¿En estos momentos a qué disciplina le dedica más tiempo?

A los grabados. Y ahora estoy pintando nuevamente para distraerme, ya sin pretensiones. Porque la pintura es una cosa muy seria, tenemos muy buenos pintores. En general, en el Perú hay gente muy valiosa.

¿Se anima a mencionar algunos nombres?

Es un poco difícil de decir. Tengo en la mente a varias cabezas pero hay muchos que ya no están ahora. Hemos tenido a Tilsa (Tsuchiya), (Fernando) Szyszlo, (Víctor) Humareda. Actualmente hay muchos pintores pero soy amigos de varios. Y no quiero crear preferencias que no son eso en realidad.

¿Qué opina de la polémica banana sujeta con cintas adhesivas que se exhibió en Nueva York?

Son cosas de artistas…

¿Lo considera arte?

Yo diría que es una especie de capricho. Marcel Duchamp tenía una obra extraordinaria como pintor, pero también tuvo este tipo de cosas. Crear alboroto es parte de la juventud. Pero en realidad, yo no disfruto con eso.

/ Picasa

A parte de trabajar en su taller, ¿hay algo más que lo apasiona?

Leer y Escribir. Tengo dos libros publicados y quiero reeditar el primero, “Historias de vecindarios y lejanías”, escrito hace 20 años. Yo escribía a mano y se lo di a alguien para que lo edite, pero no hizo las correcciones adecuadas. Fue una edición de solo 200 ejemplares. En realidad los errores eran tantos que se tendría que hacer otro tomo (risas)

¿Cuál fue su última lectura?

Hace poco he leído “La Perricholi” de mi amigo Alonso Cueto. Más que títulos nuevos me he dado cuenta que tengo en mi biblioteca una serie de libros que he comprado y no he leído. Hay libros de autores muy importantes como Alberto Moravia, un escritor al que admiro.

Xilografía de la serie “Espantapájaros” ( 1977 ). Bernasconi fue el primero en ponerles color a estos grabados.
Xilografía de la serie “Espantapájaros” ( 1977 ). Bernasconi fue el primero en ponerles color a estos grabados.

¿Hay algo, artísticamente hablando, que haya querido hacer y que aun tenga pendiente?

No, yo siempre he hecho lo que he querido hacer y lo sigo haciendo. Ahora por ejemplo estoy haciendo grabados.

Una de las figuras recurrentes en sus piezas es el caballo. ¿Tiene algún significado especial para usted?

Sí, es un recuerdo de juventud. Cuando iba de vacaciones a la hacienda de mi abuelo, en Cajamarca, fui jinete. Por entonces no había otro medio de transporte. En una oportunidad, en el 45, me quedé ocho meses y montaba mucho por esos lugares tan bonitos.

El caballo es una de las figuras recurrentes del artista plástico tanto en escultura como en cerámica y  grabado
El caballo es una de las figuras recurrentes del artista plástico tanto en escultura como en cerámica y grabado
/ Picasa

¿Qué es lo que más añora del pasado?

Prioritariamente, estar con los amigos que ya no están. Soy uno de los últimos de mi generación. La soledad es tremenda. Tengo un amigo que se ha encerrado en su casa, no sale para nada, es viudo, no tiene hijos. No tiene teléfono. Yo voy a verlo, pero cada vez que lo hago me deprimo. Esas cosas te marcan. Hace poco murió Abelardo Oquendo, un buen amigo que veía a cada rato.

La muerte es inevitable…

Yo intento hacerle comprender eso a mis hijas, a mí me queda muy poco tiempo. El próximo año cumplo 96 y ya he batido todos los récords familiares. He vivido tanto. Le he ganado a todos, salvo mi profesor de literatura del colegio italiano Luis Bedoya Reyes, que ya va por los 100. Pero la muerte es algo tan natural…

Desde hace 20 años Cécica Bernasconi abre las puertas del taller que comparte con su padre para exponer sus trabajos.
Desde hace 20 años Cécica Bernasconi abre las puertas del taller que comparte con su padre para exponer sus trabajos.
/ ALVARO JESUS DAVILA VOYSEST

Y también temida.

Yo no le tengo miedo, ya no. Sí me da pena, claro, tener que dejar a mi familia.

Más información

Exposición-venta de Cécica y Carlos Bernasconi. Teatro de Lucía (calle Bellavista 512 Miraflores). Del 17 al 24 de diciembre. De 11 a.m. a 8 p.m. Ingreso libre.

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