Las “Meninas”, de Velázquez y versión despoblada del artista madrileño. Como si todos estuvieran en cuarentena por el coronavirus.
Las “Meninas”, de Velázquez y versión despoblada del artista madrileño. Como si todos estuvieran en cuarentena por el coronavirus.
Enrique Planas

Cristo y sus apóstoles parecen haber acatado la orden de recluirse en casa a la hora de la cena. Igual sucede son la infanta margarita, su perro y por supuesto, Velázquez, grandes ausentes en “Las Meninas”. Acostumbrados a ver muchedumbres dentro y fuera del cuadro, las imágenes de José Manuel Ballester (Madrid, 1960) sorprenden al haber dejado los espacios icónicos de la pintura universal como están ahora las calles y plazas de cada ciudad del Perú por el : en silencio.

La ausencia domina en la obra del pintor y fotógrafo, licenciado en Bellas Artes e interesado principalmente por las escuelas italianas y flamencas de los siglos XV y XVIII.

Su trabajo siempre estuvo enfocado en los espacios vacíos, los espacios públicos, los lugares industriales o las zonas en obras o en proceso de transformación. Sin embargo, en los últimos trece años, a partir de su serie “Espacios Ocultos” (2007) experimentó con desaparecer de la composición en pinturas representativas del Renacimiento italiano cualquier figura humana, quedando únicamente el espacio arquitectónico o paisajístico en el que se enmarcaba. Al eliminar sus icónicos personajes, deja en su lugar escenas extrañas y particularmente familiares. De pronto, las figuras desaparecen y las pinturas parecen bodegones, paisajes o caprichos arquitectónicos.

Me interesa la presencia humana pero a través de las huellas, no directamente a través de la acción”, ha señalado el artista a la prensa. En efecto, eliminar estas presencias ofrece una perspectiva totalmente nueva a cada cuadro, y nos fortalece en la certeza de su importancia como centro del drama.

¿Cómo se le ocurrió la idea? El artista ha contado a la prensa que tuvo un sueño en el que corría por el madrileño Museo del Prado y los protagonistas de los cuadros habían desaparecido. Luego pidió permiso al museo para tomar las fotografías de sus obras principales y en su estudio, con la computadora, inició su peculiar “limpieza”.

José Manuel Ballester reivindica las enormes posibilidades que brinda la fotografía digital como aliada en la creación de lo que él denomina un nuevo pictorialismo. “Me he servido de disciplinas en principio muy diversas entre sí, que pasan del pincel a la computadora… Cuando comencé a estudiar el mundo de la fotografía digital descubrí el alejamiento que suponía la fotografía analógica respecto de la pintura. Con el nacimiento de la fotografía digital y sus posibilidades de manipulación, se producía un reencuentro con la forma de entender el proceso creativo muy afín a los procedimientos plásticos hasta ahora conocidos. De hecho, siempre he considerado la arquitectura de Photoshop, su diseño, como un amplio tratado de pintura que recuerda los grandes tratados escritos a lo largo de la historia. Esta gran afinidad es la que ha creado un movimiento muy fuerte que me gusta nombrar como período neopictorialista”, señala.

El objetivo del artista es contar la vida de un espacio a partir del momento en que queda deshabitado, cuando nuestra presencia se desvanece. Sin duda, una experiencia que hoy vivimos en carne propia. Basta abrir la ventana y ver a la calle: la urbe nos confronta con el vacío.

Por cierto, hasta hoy Ballester no ha podido exponer sus obras al lado de las originales. No sería una mala idea, cuando esta pandemia un nuestro encierro sean parte de nuestros recuerdos.

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José Manuel Ballester. Bosques de Luz. Visita con el artista

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