ÓSCAR BERMEO OCAÑA

Cuando todos duermen, los ojos de Hugo Salazar Chuquimango permanecen abiertos, atentos a cualquier imprevisto que altere la tensa calma de la noche. Desde su puesto de vigilancia, se mantiene despierto con la ayuda de seres imaginados que juegan en su mente. Marginados de la rutina diurna, los seres antropomorfos se apoderan de sus pensamientos nocturnos.

FOTOS: Mira aquí una muestra del trabajo de Hugo Salazar Chuquimango

“Mi trabajo hace que me enfrente solo a la noche”, anota Salazar, quien encontró en la pintura la mejor manera de canalizar sus demonios internos. Fue así que una década atrás, cuando ya tenía dos años como agente de seguridad, decidió volcar en los lienzos todo lo que se guardaba.

De esa forma nació una carrera paralela como artista plástico, la cual ya arribó a la tercera muestra individual. En la serie “Excluidos al azar”, Salazar refuerza su vínculo con los seres que aparecen en el mundo de las sombras, cuando él vigila.

“La soledad y el silencio permiten encontrarme conmigo mismo y sacar estos dibujos. Los cuadros son procesos de amanecidas. En el día, lo único que hago es pintar de manera automática, como si fuera un artesano. Me vuelvo funcional. La parte intelectual, el proceso creativo se da en la noche”, dice.

En los cuadros nadie sonríe. No hay gestos amables. Seres antropomorfos alternan con atormentados clones del propio artista. En las escenas todos parecen estar en constante conflicto. Los seres marginales luchan por liberarse de la indiferencia.

“Hay muchas cosas en mis cuadros que son monstruosas, tal vez un tanto prohibidas, que voy expectorando de la mente para que sean plasmadas en el lienzo, que se queden ahí aprisionadas”, afirma.

Los autorretratos guardan explicación con el carácter de la muestra. Salazar quiere dejar en claro que él también forma parte de este conflictivo submundo imaginario. “La palabra excluido tiene que ver con la relación entre las personas. ¿Quién no se ha sentido excluido alguna vez? Por ello me autorretrato. Así como mis personajes, yo me autoexcluyo y trato de ser igual a ellos”, refiere.

RECUERDOS AL MAR Lejos de tierra firme, en alta mar, se reactivaron los intereses artísticos de Salazar. Mientras cuidaba bolicheras, Hugo decidió que era hora de retomar los sueños de la adolescencia. “De chico tenía una fuerte inclinación hacia el dibujo. Mi objetivo era armar una historieta algún día. Cuando volví a dibujar, ya en las embarcaciones, le añadí la pintura, cosa que nunca había hecho. Le tenía terror al color”, recuerda.

El período en el mar marcó la temática de su obra pictórica. Pero no se preocupó en retratar lo que vio sino lo que sintió. El lado desconocido del mar está graficado en sus criaturas que emergen de las aguas. “Tengo un gran temor a ahogarme en el agua. Tengo una fobia a eso. Cuando cuidaba las bolicheras, siempre pensaba en los monstruos marinos, en las cosas que se escondían en el agua. Lo profundo del mar era lo que más me atormentaba. De ahí, surgen todos estos personajes grotescos”, explica.

Hugo dice que en los lienzos encontró una nueva razón para sentirse útil y también para hacer catarsis. Afirma que tras el proceso creativo, se libera de temores y miedos. “Me libero tanto de estos monstruos que nunca los sueño. Son expulsados de mi mente en la vigilia y no los encuentro cuando duermo”, anota.

MÁS INFORMACIÓN Lugar: Galería Icpna Miraflores. Dirección: Av. Angamos Oeste 160. Día y hora: de martes a domingo, de 11 a.m. a 8 p.m. Ingreso libre.