Edwin Motte (der.), arquitecto y docente, fue el encargado de dirigir al equipo que elaboró la maqueta.
Edwin Motte (der.), arquitecto y docente, fue el encargado de dirigir al equipo que elaboró la maqueta.

En el subsuelo del pabellón de la Universidad de Lima, una huaca toma forma. Los hacedores son un grupo de estudiantes de Arquitectura liderados por el docente Edwin Motte, encargados de construir la gran maqueta del proyecto "En reserva", que expondrá la magia de nuestro patrimonio prehispánico en el pabellón peruano de la Bienal de Arquitectura de Venecia.

Inspirados en el diseño creado por Alfio Pinasco, el equipo ha materializado una gran huaca de 5 x 5 metros que será expuesta en todo su detalle –escaleras, pasillos, elevaciones, portales y ventanas– ante los ojos del mundo desde el próximo 26 de mayo. La maqueta está compuesta por una base hecha de MDF (139 piezas ensambladas como un enorme rompecabezas), una estructura de triplay fenólico, y finalmente las 180 réplicas a escala de la huaca, impresas en 3D con un material de plástico degradable llamado PLA.

"No conozco otro proyecto de impresión 3D en Lima tan grande como el que hemos concluido –señala Motte–. Llegó un momento en el que prácticamente habíamos gastado todo el filamento PLA de ese color que había en Lima. Se había agotado en todas partes. Usar un solo rollo de un kilo es un montón, y nosotros usamos como 45".

Durante todo un mes, las impresoras 3D del Fab Lab de la Universidad de Lima no dejaron de funcionar. Trabajo de hormiga que, en pleno verano, convirtió el laboratorio en una fuente de calor a la que solo había que resignarse: encender el aire acondicionado habría retrasado el funcionamiento de las máquinas.

Esculpir sin cincel
El proceso comenzaba con el modelado de la maqueta en el programa Rhino. Luego pasaban a los cálculos de densidades, direcciones y posiciones. Después los modelos se ponían a imprimir y, finalmente, se saneaban los pequeños defectos manualmente. Días de ensayo y error en los que tuvieron que correr contra el tiempo para cumplir con el cronograma del proyecto.

El otro aspecto a tomar en cuenta, por supuesto, fue el del presupuesto. "Solo en los rollos empleados, el costo debe de haber excedido los US$4.000. Y por el trabajo de las impresoras y del servicio, calculo que varias decenas de miles de dólares más", estima Motte sobre esta tecnología que fue cedida como apoyo desinteresado para el proyecto. "Se debe tener en cuenta que no hay otra universidad que maneje esta tecnología en un volumen tan elevado", agrega.

Todas las piezas, debidamente catalogadas y enumeradas, ya fueron embaladas para su envío a Venecia, donde en las próximas semanas se ensamblarán para su exhibición. Tecnología de punta puesta al servicio de la revalorización de nuestro pasado.

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