Enrique Galdos Rivas. (Foto: Alessandro Currarino/ El Comercio)
Enrique Galdos Rivas. (Foto: Alessandro Currarino/ El Comercio)

Para el disparo de la cámara, Enrique Galdos Rivas frunce el ceño y aprieta los labios. Pero el gesto excesivamente serio es engañoso. “Yo todo el día me río, pero para las fotos no –se justifica–. Ya me han dicho que no parezco pintor, sino cocinero chino”. Y estalla en una carcajada de las muchas que regala durante la entrevista. El pintor es así: generoso para la risa, máquina de anécdotas e incorregible cantor cuya desbordante vitalidad se proyecta en esas obras de color vibrante que lo colocaron en un lugar especial del panorama pictórico peruano, como por ejemplo en la famosa Promoción de Oro (1959) de la Escuela Nacional de Bellas Artes, junto a Tilsa Tsuchiya, Gerardo Chávez, Alberto Quintanilla, entre otras figuras.

¿Sintió alguna vez presión de pertenecer a esa generación? "Esa fue una denominación que nos dieron solo por haber obtenido las más altas calificaciones en la escuela. Pero no sentimos presión de ninguna manera", responde Galdos. Este 2018 cumplirá 85 años de vida y 66 de trayectoria con los pinceles. Y por ello los celebrará con una exposición antológica titulada "El mago del color" –como lo bautizó cierto sector de la crítica–, que se inaugurará en el Centro Cultural Peruano Japonés este lunes 2 de julio, en coincidencia exacta con su onomástico, para hacer más significativa la celebración.

La exposición incluirá menos de 20 de sus cuadros –que son más de 2.000, según cuenta propia del artista–, pero abarcará un arco amplio, desde obras de los años 60 hasta algunas hechas apenas hace unas semanas. Galdos Rivas se sigue moviendo entre su casa en Jesús María y su taller en Magdalena, aunque es en este lugar donde despliega con más ahínco su actividad. Dice que tiene los achaques típicos de cualquier hombre de 85 años, pero que intenta no pensar en ello. La muerte, confiesa, no ocupa su pensamiento. Y espera que se tome su tiempo para tocarle la puerta. "Lo que pasa es que yo pinto siempre. Nunca he conocido del descanso de los fines de semana, por ejemplo. Por eso a veces no sé ni en qué día estoy", afirma.

VOZ DE AUTOR
No parece muy convencido al describir su estilo. Sí reconoce que es un pintor de contrastes, con obras muy diferentes entre sí, y que los colores fuertes han definido su carrera. "Hay pintores serios, cuya obra es muy gris y lenta. Eso está bien porque los hace auténticos. También, por supuesto, siempre hay excepciones. Pero mis pinturas sí reflejan mi personalidad", señala.

Abre el voluminoso catálogo de una importante bienal internacional: "Mira, aquí incluyen una pintura mía. Pero la han puesto al revés. Por eso creo que me dicen abstracto", bromea para explicar por qué no le cuadran algunas etiquetas. La abstracción que algunos le atribuyen, en verdad responde a un proceso de descomposición de imágenes: a veces una figura nasca o la corbata de un vecino le impactan a primera vista y va pintando una serie de cuadros en los que los detalles se van transformando. Cada nueva versión se parece menos a sus ancestros. El resultado final suele ser tan enigmático como fascinante.

Además, Galdos Rivas anuncia dos novedades: la primera es que ha comenzado a hacer lo que nunca antes se animó: escribir las memorias de una vida agitada. Lleva el proceso a salto de mata, no tiene fecha de publicación. Pero uno intuye que si su prosa es tan amena como su don de conversación, podría tener entre manos un libro divertidísimo. "El problema es que la gente va a creer que no es verdad", señala.

La segunda buena nueva sí está más que confirmada: la presentación de su disco debut, que supone la materialización de una vieja pero firme afición por el canto. Porque Galdos Rivas se despacha con soltura con los vals, los boleros y, sobre todo, los tangos. Y para demostrarlo eleva una voz que todavía suena clara y potente. "No he hecho el disco con una pretensión profesional, sino más bien como un recuerdo para mis amigos", asegura sobre la producción que presentará el miércoles 11 de julio, también en el Peruano Japonés. Razones sobran para festejar.

​Más información

Lugar: Centro Cultural Peruano Japonés (Gregorio Escobedo 803, Jesús María).
Inauguración: lunes 2 de julio, 7:30 p.m.
Abierta hasta el 31 de julio.
Presentación del disco y coloquio: 11 de julio, 7:30 p.m.
Ingreso: libre.

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