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Michelangelo Pistoletto
Czar Gutiérrez

¿Qué es lo que nos lleva a ponernos delante de un espejo? ¿Nos reconocemos al cruzarlo? ¿Somos nosotros mismos o hay otra persona metida dentro de uno? Puestos delante de esas formidables alineaciones reflectantes en los salones del Museo de Arte Italiano, resulta ineludible cuestionar la identidad contemplando el reflejo propio. "El arte no es un espejo que refleja la realidad, sino un martillo que le da forma", decía Brecht. Y ahí aparece Michelangelo Pistoletto (Biella, Italia, 1933) introduciendo más elementos de desconcierto.

Contagiado por la iconoclastia generacional de los años sesenta, buscará su identidad en ese espectro utópico que recupera la inspiración y disiente de la producción seriada. Entonces propondrá para el arte un modelo operacional que privilegie la espontaneidad y los valores marginales, empezando por la materia prima. Tierra, cartón, palos, hojas, periódicos, material de desmonte. Todo sirve. Y entonces el 'arte povera' –'arte pobre', literalmente– se abrirá paso vía un colectivo –Merz, Kounellis, Fabro, Anselmo, Zorio y, gatillando la explosión, el buen Pistoletto– en busca de iluminación poética alternativa.

ACTO REFLEJO
A diferencia de sus colegas, más dedicados a interactuar con la madre naturaleza, Pistoletto se decantará por estimular la agitación revolucionaria de esos años tanto en sus obras sólidas como en sus performances urbanas ‘azioni povere’. Combinando moldes de museo con desechos cotidianos es cuando aparecen sus obras más emblemáticas: una delicada rosa quemada de cartulina y aerosol, el mítico mapamundi hecho con periódicos pasados o las trompetas del juicio final construidas con aluminio barato. Y todo su ideario contenido en un símbolo de tres anillos enlazados: "Terzo Paradiso", tercer paraíso de la humanidad que, según el artista, importa una conexión equilibrada entre el artificio y la naturaleza. "Somos los jardineros que debemos proteger este planeta y sanar a la sociedad humana que lo habita", dice, desde Bogotá, el célebre y barbado piamontés.

Así, con el signo matemático del infinito reconfigurado con un círculo más, ha terminado solidificando una obra inapreciable hasta para el Museo del Louvre de París, la Tate Gallery de Londres o el Museo Reina Sofía de Madrid. "El Tercer Paraíso es el paso a un nivel de civilización planetaria esencial para asegurar la supervivencia humana. Los dos círculos externos representan todas las diversidades y antinomias, entre las que destacan la naturaleza y el artificio. La central está dada por la compenetración de los círculos opuestos y representa la matriz generativa de una nueva humanidad".

ARTISTA Y HUMANISTA
Precisamente ese símbolo gobierna la muestra que acaba de montar en Lima. "Grande pozo", un círculo de cartón prensado que contiene un espejo, abre el tour para que Narciso se incline hacia el estanque absorto en su propio rostro. Cosa que será inevitable en "Suspended perimeter", especie de carrusel de espejos que reproducen la imagen del espectador en un degradé infinito. Fenómeno que se repite en "Buco nero", irradiación de uno mismo a partir del rebote en espejos manchados por mareas de aceite negro.

Para respirar lejos de uno mismo aparece "Laberinto y poster terzo paradiso", multiplicidad de senderos, bifurcaciones y encrucijadas fabricadas con cartón corrugado sin puertas de salida. O tal vez sí, atendiendo al llamado de dos imágenes hiperrealistas: una niña parada sobre un asiento de museo, "Louvre ragazza", y "Verene cubana", curvilínea imagen de una habanera que seduce tras los barrotes carceleros de su intimidad. Pero todo el universo gira en función a un metro cúbico de madera bordeado por una delgada línea de espejos dentro del cual se reflejan hasta otro infinito ("Metro cubo").

"Mi espejo es la verdad, nunca miente. En el espejo la gente viene y va sin dejar otra huella que su foto en la superficie, ese instante es la memoria del presente”, sentencia Pistoletto. Tiene 85 años y no para de subirse a los aviones en esta especie de tour latinoamericano por Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador y Cuba. Ahora aterriza en Lima para poblarla de espejos, preguntas y laberintos. Para coronar "Demopráctica" en forma de un célebre volcán bifronte de trapos (“Metamorfosi"). Para provocar más 'selfies' e invitar al espectador a matricularse en Cittadelarte/Fondazione, laboratorio que incide en el tejido social para una apuesta democrática y responsable.

Porque Pistoletto no gobierna desde una torre de marfil: su obra mira a los ojos, confronta y trasciende lo humano replicándolo al infinito. Todo tan superficial y profundo como verse reflejado en cóncavo y convexo.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Museo de Arte Italiano.
Dirección: Av. Paseo de la República 250, Cercado de Lima.
Fechas: del 8 de noviembre al 31 de diciembre.
Horario: de martes a domingo, de 10 a.m. a 4:30 p.m.
Ingreso: libre.

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