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MALI - Otras historias posibles
Juan Carlos Fangacio

Es una historia del arte peruano hecha de saltos, aunque con potentes ejes narrativos. Puede partir de un telar precolombino y extenderse a las vestimentas captadas en una foto de Martín Chambi, y de los colores de un textil aimara a la explosión cromática de un afiche de Jesús Ruiz Durand. O tomar como punto de despegue la obra de Joaquín López Antay y, desde la discusión sobre su naturaleza popular, diluirse hacia las tablas de Sarhua o los trabajos de Juan Javier Salazar. 

Este viaje fascinante es el que ofrece la exposición "Otras miradas posibles: repensando las colecciones del ", que puede visitarse desde hoy en el y que se organiza con el apoyo de Minera Bateas, compañía de Fortuna Silver Mines Inc.

Se trata de una inédita muestra que ha requerido el trabajo conjunto de todo su equipo curatorial –Ricardo Kusunoki, Sharon Lerner, Julio Rucabado, Patricia Villanueva y Cecilia Pardo– y que se propone visibilizar los procesos de formación de las colecciones de un museo.

"Han sido varios los motivos para diseñar esta exposición, pero uno de los detonantes fue la donación de la serie ‘Piraq Causa’, obra de la Asociación de Artistas Populares de Sarhua –explica Lerner–. Teníamos como un gran pendiente exponer estas obras, que motivaron una absurda polémica en su momento, y eso nos llevó a pensar cuál sería el contexto más importante para mostrarlas. Por eso decidimos incorporar una narración sobre los cruces y las discusiones transversales a la colección histórica y a la contemporánea del museo".

Un amplio relato que hace posible, por ejemplo, la convivencia de un manto de la región de Siguas, una fotografía de Philippe Gruenberg y una viñeta de Marisa Godínez. Vasto y variado acervo que tiene su núcleo en la Memoria Prado, conjunto de obras donadas al MALI en 1961. “La división de las piezas por ese entonces tenía, por un lado, las de acervo arqueológico, y del otro, las de bellas artes. Y dentro de eso había otras divisiones bien rígidas. Eso ha cambiado con los años y nos ayuda a entender que en el trabajo diario del museo hay un trabajo transversal mucho más grande que el que la gente pueda hacerse idea”, señala Patricia Villanueva.

MIRADA EN EL TIEMPO

Aunque "Otras historias posibles" puede estructurarse hasta en siete secciones más o menos definidas, funciona más bien como un atractivo continuum en torno a la evolución de nuestro arte y nuestros artistas. “Más que una investigación en sí misma, este ha sido un trabajo sistemático de coleccionistas, en el que las piezas llegan por cauces absolutamente inesperados y azarosos”, afirma Kusunoki.

"Aquí el visitante va a confrontarse con la muestra obra por obra –complementa Julio Rucabado, curador de arte precolombino–, y se va a poder hacer una idea de conceptos, ideas y valores que lo lleven a entender esas creaciones dentro de todo un contexto”. Una dinámica de aprendizaje y redescubrimiento que también ha incluido a los propios curadores. Lo explica Lerner: "Más allá del proceso sistemático de formar colecciones, la muestra también nos ha permitido ver grandes vacíos. Porque si bien avanzamos en varios frentes en paralelo, es evidente que hay muchos puntos por subsanar y fortalecer. Es pensar en la forma en que se va a contar la historia del arte a futuro".

Por último, sería conveniente resaltar el peso emotivo que trae “Otras historias posibles”. Una carga que, mediante el recorrido que plantea a lo largo de décadas y siglos de arte peruano, se abre como un cúmulo de relatos íntimos con los que el público seguramente conectará de maneras inesperadas.

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