Mayra Couto, actriz de cine, televisión y teatro. Interpretar a Grace Gonzales de "Al fondo hay sitio" le dio enorme popularidad. (Foto: Mónica Palomo / USI)
Mayra Couto, actriz de cine, televisión y teatro. Interpretar a Grace Gonzales de "Al fondo hay sitio" le dio enorme popularidad. (Foto: Mónica Palomo / USI)
Czar Gutiérrez

“Niñas, ustedes pueden ser lo que quieran ser. No hay nada que no puedan lograr. Y si queremos que en el mundo haya más espacio para nosotras, ¿por qué no le decimos munda?”, escribió en su Facebook el 2019. No intentaba un préstamo semántico ni estaba probando el funcionamiento de un neologismo: lo decía en su calidad de actriz de teleseries provista de la cantidad suficiente de likes como para agitar el mundo del espectáculo local. Como ese colega suyo que ironizó: “¿Y qué les parece si en vez de teatro decimos teatra? El mundo está loco, perdón, la munda”. Un parlamentario fujimorista prefirió llamarla desquiciada y dijo que intentaba imponer la ideología de género. La actriz denunció haber recibido más mensajes misóginos, agresivos y violentos, pero a pesar de esto, un mes después, anunció: “Esta es Maya, mi personaje en el corto llamado ‘La munda es nuestra’. Habla sobre la sangre menstrual y lo importante que es conectarse con ella, con nuestra cuerpa y la naturaleza”. Luego vino la pandemia y, en el pico de contagios, la noticia del momento: acaba de ganar un premio del Ministerio de Cultura para grabar la serie “Mi cuerpa, mis reglas”.

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Morfema y problema

“No es bueno que entre en polémica con una artista de televisión”, dice Marco Martos, presidente de la Academia Peruana de la Lengua. “¿Cuál es el masculino de ‘la artista’? ¿Acaso será ‘el artisto’? No, ¿cierto? El lenguaje no se cambia por decreto de ningún grupo, ni siquiera porque tengan poder político. Te invito a leer las recientes declaraciones de un experto, el académico Darío Villanueva”. Inmediatamente consultado vía Google, el académico español y exdirector de la RAE de 71 años explica: “No es que haya un nuevo lenguaje, sino que se ha producido un uso más intensivo de determinadas palabras o incluso la aparición de lo que llamamos neologismos, es decir, palabras nuevas que antes no existían”.

Fue precisamente bajo la dirección de Villanueva que esa institución, acusada de reacia a adaptarse a los nuevos tiempos de igualdad y de género, rechazó el 2018 en abrazar el lenguaje inclusivo en la Constitución española. “El problema está en confundir la gramática con el machismo. Las lenguas se rigen por un principio de economía; el uso sistemático de los dobletes, como miembro y miembra, acaba destruyendo esa esencia económica. Las falsas soluciones, como las que proponen poner en lugar del ‘o’ y el ‘a’, el ‘e’, me parecen absurdas, ridículas y totalmente inoperativas”, sentenció. Se refería al uso cada vez más extendido del morfema -e en palabras tipo ‘alumnes’, ‘todes’ o ‘chiques’.

Recuérdese cómo, impulsado por los colectivos feministas y las comunidades a favor de la diversidad sexual durante las manifestaciones multitudinarias a favor de la legalización del aborto el 2018 en Argentina, la -e cobró una visibilidad parecida a la que habían tenido anteriormente el asterisco, la x o la arroba. Los académicos en pleno dijeron que el lenguaje inclusivo no era un lenguaje sino el espejo de una posición sociopolítica. Que carecía de fundamento lingüístico. Que estaba fuera del sistema gramatical. Que el lenguaje no se impone ni desde la academia ni desde los movimientos sociales, independientemente de las reivindicaciones que propugnen. “El lenguaje es de las mayorías y no de las minorías por poderosas que parezcan”, apostilla el académico Martos.

Usos y abusos

Pero la respuesta más mediática acerca del uso del ‘todes’, en tanto lenguaje inclusivo, la dio Mario Vargas Llosa en diciembre del 2019: una contundente carcajada. Luego explicaría, por supuesto, por qué le parecía absurdo introducir la -e como neutro. “Las variaciones en la lengua se dan con el tiempo, el lenguaje inclusivo se puede volver estándar según el uso”, señala por otro lado Alexandra Hibbertt, lingüista y literata por Oxford y la PUCP, “lo notable en este caso es que se hace para mejorar las condiciones de vida de una minoría como el grupo trans que no fue tratado con igualdad, pero las mujeres lo estamos usando cada vez más porque no queremos ser invisibilizadas”. Y agrega: “Quienes impulsan el lenguaje inclusivo están haciendo un gesto que aspira a la reflexión sobre lo que solemos invisibilizar. No es inusual que se piense inmediatamente en un hombre como líder y representante de un negocio o de una familia. Esto invisibiliza la presencia no solo de las mujeres sino de todos aquellos que se identifican con algún lugar en el espectro del género que no es binario. Es un gesto político y social que busca igualdad para un grupo desfavorecido y, en ese sentido, merece nuestro apoyo”.

“Los movimientos feministas aluden a la igualdad y al respeto de las diferencias”, explica a su vez la lingüista cusqueña Roxana Quispe Collantes, pionera en sustentar una tesis en quechua y añade: “el lenguaje sexista reproduce la violencia hacia la mujer; el uso del lenguaje amerita reformas cuando se necesita establecer un estándar que conduzca a la unidad; en la complejidad de los usos del lenguaje, lo más justo es que se debata de manera interdisciplinaria dicho tema; al final, los hablantes definen cuáles son las razones para adoptar un lenguaje, cuyo uso no debería imponerse sino adecuarse a cada situación”.

Usos de la lengua que, en otros idiomas, terminaron por incidir directamente en las academias. Por ejemplo, como se estaba haciendo extensivo el uso del pronombre ‘they’ entre los anglosajones que no se identificaban con un género determinado—lo usaban en singular como epiceno—, el diccionario estadounidense Merriam Webster lo recogió. La Academia sueca, por su parte, ya en 2015 introdujo en su diccionario la palabra ‘hen’ para identificar a las personas no binarias —su equivalente en español sería ‘elles’—. ¿En algún momento ocurrirá lo mismo en la RAE? “Claro que no”, sentencia el presidente de la Academia Peruana de la Lengua. Y se abre un nuevo frente para la polémica.

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