El escritor chino Mo Yan, reciente ganador del Premio Nobel de Literatura, concedió su primera entrevista tras la recepción del galardón y se pronunció sobre su controvertida visión del régimen político de su país.

Mo Yan, que ha destacado por ser muy reservado con los medios de comunicación y negarse a la mayoría de entrevistas (él asegura que todas sus opiniones se pueden consultar en sus libros), dijo no encontrar contradicción alguna en las críticas que hace a la sociedad china y su simpatía con el Partido Comunista, al que pertenece desde 1979.

No existe ninguna contradicción con mi postura política si critico duramente a funcionarios del Partido. Siempre he hecho hincapié en que me considero un escritor de las personas, no escritor del Partido. Detesto a los funcionarios corruptos, dijo el autor en una entrevista publicada hoy en el diario español El País.

Allí también, Mo Yan aseguró que muchos han malinterpretado a propósito muchos de sus escritos para satanizarlo frente a la opinión pública, como sucedió con el poema que hizo para Bo Xilai, ex Ministro de Comercio de la República china.

Mis enemigos son principalmente escritores, personas que también escriben poesía, y saben perfectamente que este poema es una sátira. Pero desde que me concedieron el Premio Nobel, miran mis errores con lupa y trastocan el significado de mis poemas, dijo el autor, que añadió que la mayoría de críticas se han exaltado tras la concesión del Premio Nobel: Hay gente que cree que un nobel tiene que ser por principio miembro de la oposición. ¿Eso es así? A esas personas no les interesa lo más mínimo lo que escribo. ¿No debería concederse el Premio Nobel de Literatura por la literatura, por lo que uno escribe?.

Al finalizar la entrevista Mo Yan, autor de títulos como Rana y La vida y la muerte me están desgastando, se refirió a la utopía del comunismo en los siguientes términos: Lo que escribió Marx en el Manifiesto comunista es de una belleza magnífica. No obstante, me parece muy complicado llevar ese sueño a la práctica. Por otro lado, cuando me fijo en el Estado de bienestar de los países de Europa, sobre todo del norte de Europa, me pregunto: ¿son concebibles estos Estados, estas sociedades, sin Marx? En cierto modo, el marxismo ha salvado al capitalismo, porque los que realmente se han beneficiado de las bendiciones de esa ideología son las sociedades occidentales. Los chinos, los rusos y los europeos del Este malinterpretamos a Marx.