Enrique Planas

En todo arte, suele pasar que la mejor estructura es aquella que puede pasar desapercibida. Sucede en una magnífica novela o en un edificio que nos sorprende, cuando la pregunta “¿cómo lo hizo?”, queda en la mente del lector o del espectador como una penetrante inquietud. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en el edificio que hoy acoge al Museo del Banco Central de Reserva del Perú. Una obra de enorme importancia no solo para la arquitectura limeña, sino para la misma institucionalidad peruana.