Dentro del rubro cultural de Nueva York, las artes escénicas han sido las más golpeadas. (Foto: Alberto Servat / Gerente Cultural ICPNA)
Dentro del rubro cultural de Nueva York, las artes escénicas han sido las más golpeadas. (Foto: Alberto Servat / Gerente Cultural ICPNA)
Alberto Servat

Nueva York renace. Y lo hace con la misma fuerza y determinación que en tiempos de guerra, crisis económica o después del 11 de setiembre del 2001. Solo que esta vez la situación ha sido completamente diferente. Porque a diferencia de otras ciudades estadounidenses, la pandemia la obligó a paralizar por completo durante más de un año. Por supuesto el impacto ha sido brutal en términos económicos y ha llevado a miles de personas a replantear su forma de vida. Sobre todo a la comunidad dedicada a la . Artistas, gestores, técnicos y obreros del medio se han visto desprovistos de sus trabajos y, en muchos casos, sin vuelta atrás.

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Pero la voluntad de superar la situación es mayor. Dentro de la cultura han sido las artes escénicas las más golpeadas. Nunca antes la industria teatral, conocida como Broadway, había bajado el telón durante más de un año. Las pérdidas son irreparables así como las carreras truncas. Será difícil volver a la normalidad a corto plazo. En una conferencia de prensa y con un mensaje de ánimo, Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, anunció que el teatro podría volver a sus actividades a mediados de setiembre. Eso sí, enfatizó, cada teatro, obra o compañía tendrá que evaluar sus condiciones para hacerlo. Por lo pronto solo algunos shows han abierto la taquilla anunciando el regreso. Pero ningún gran espectáculo se aventura a proponer un estreno dentro de un panorama tan incierto.

En las artes visuales

Donde se ve una recuperación más inmediata es en las artes visuales. No solo porque la mayor parte de los artistas han seguido trabajando. Sino también porque los grandes museos han sido los primeros en implementar los protocolos y con ello darle la bienvenida a un público local y a reducidos grupos de turistas principalmente provenientes de otros estados. El Metropolitan, el MoMA, el Guggenheim e incluso la Colección Frick han abierto sus puertas ofreciendo nuevas exposiciones además de un replanteamiento de sus colecciones permanentes.

Esta es una pieza exhibida en What is Real, en Brooklyn. (Foto: Alberto Servat / Gerente Cultural ICPNA)
Esta es una pieza exhibida en What is Real, en Brooklyn. (Foto: Alberto Servat / Gerente Cultural ICPNA)

A la respuesta institucional se suma también el aspecto comercial. Frieze Nueva York, una de las ferias de arte de mayor prestigio, se realizó a comienzos de mayo. Ha sido un éxito en términos de público y ventas, aunque es notoria la reducción del número de galerías. Esta vez sólo han participado poco más de 60. Además la oferta prácticamente se centró en pinturas, dejando de lado presentaciones más complejas. Todo esto debido al rígido protocolo de salud que exige la ciudad.

Por supuesto también se ha impulsado en gran forma la intervención en espacios públicos. Algo que no es nuevo en la ciudad pero dado el panorama ha sido especialmente notorio. Así es posible ver en estos momentos la obra de Yayoi Kusama en el Jardín Botánico del Bronx, una instalación de Melvin Edwards en City Hall Park o incluso un sorprendente trabajo de Maya Lin en Madison Square Park.

Gran actividad también de parte de los colectivos de artistas conocidos y emergentes. El último fin de semana se realizó a lo largo de la calle 14 de Manhattan una nueva edición de AiOP: NORMAL (Art in Odd Places) que reunió varios trabajos bajo la curadoría de Furusho von Puttkamer. Entre los convocados se encuentra el peruano Ivan Sikic. “A medida que la ciudad ha ido abriendo y todo va volviendo a esta nueva normalidad, también ha habido una reactivación de proyectos artísticos independientes y comerciales, casi a modo de una explosión de arte y cultura”, dice Sikic. “Quizás lo más interesante es que se ha visto una serie de proyectos muy distintos a lo que estábamos acostumbrados en la ciudad: proyectos que toman espacios poco convencionales para la presentación del arte, espacios públicos e incluso espacios en áreas adyacentes y un poco más alejadas de Manhattan y Brooklyn”.

Por su parte, en “Disolving Borders” el colectivo New Latinex Art presentó una propuesta de arte sin fronteras en donde también se reivindica el papel del arte latinoamericano en la comunidad neoyorkina. Ana de Orbegoso es parte del proyecto. “Nuestro trabajo nunca para, se nutre de la coyuntura y reacciona”, dice la artista y activista. “Pero el covid fue una sorpresa que nos paralizó a todos, el reto existencial más grande que me ha tocado sortear. Pasada la primera impresión en cuarentena, sentí que expresarme era vital para seguir viviendo, no sólo era cuestión de usar recursos que me diesen alas, había que reinventarse. Ya que no se podía salir a las calles, la forma de crear era a través del internet y el aire, mi primera reacción fue lanzar proyecciones por mi ventana enviando mensajes de apoyo y reflexión”.

(Foto: Alberto Servat / Gerente Cultural ICPNA)
(Foto: Alberto Servat / Gerente Cultural ICPNA)

Por su parte, la pintora peruana Wynnie Mynerva llegó a Nueva York en medio de la pandemia para participar en la residencia artística Kates-Ferri Projects Artist Residency y como resultado presentó su primera exposición personal en la LatchKey Gallery en el SoHo. “Al vivir una crisis global podemos usar esa energía de inestabilidad para de una vez por todas perder el miedo y afrontar desafíos más grandes”, dice Mynerva. “Cada experiencia de cada artista es muy particular, pero en mi caso la sensación de la muerte y pérdida de seres queridos me ponen a un límite con el mundo. Desde que estudié en una escuela de arte pensé en conocer el desarrollo del arte en Nueva York, pero nunca antes me hubiera decidido de forma tan tenaz a estar aquí y concretarlo. Pienso que la crisis global ha dado este remezón en el arte sacudiéndose aún más y está poniendo a prueba nuestra relevancia en el mundo”.

El renacimiento de la ciudad que no duerme (aunque sigue la disposición de cierre a las once de la noche) es una gran oportunidad para el arte. Y también plantea retos mayores. “El reto más grande ha sido encontrar maneras de seguir motivado a producir obras nuevas dentro de las restricciones que la pandemia nos ha impuesto, sobre todo las restricciones mentales y emocionales”, explica Sikic. “Fuera de eso, creo que esta crisis ha traído muchas nuevas oportunidades que quizás no existirían si el mundo no hubiera cambiado. Casi de la noche a la mañana las fronteras del mundo del arte se volvieron incluso más invisibles, y hoy en día no es necesario estar presente en otros países o hacer residencias presenciales en nuevos continentes para poder compartir nuestra obra en distintas ciudades.” Sikic ha participado en los últimos meses en exposiciones en Puerto Rico, México, Canadá e incluso en Urubamba, en la galería Vigil Gonzales.

Siempre hemos sabido que el artista es un mensajero de sus tiempos y que evoluciona en ello”, nos explica Ana de Orbegoso. “Esta crisis ha generado una reflexión mundial y no podemos seguir siendo los mismos. La empatía tiene que ser el sentimiento que nos mantenga unidos. El arte ha realizado una increíble labor durante esta pandemia, nos ha curado el alma, y es imprescindible que las instituciones lo tengan en cuenta y le den prioridad. Con un alma enferma no se puede producir”.

Como Sikic, Mynerva y De Orbegoso, Benjamin Cieza, José Carlos Martinat y Luis Enrique Zela-Koort son otros artistas peruanos que participan de esta reactivación de una ciudad que tuvo que apagar sus luces. Y que hoy las enciende.

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CORRECCIONESUna versión previa de este artículo plasmó de manera inexacta los nombres de la galería LatchKey y la iniciativa Kates-Ferri Projects Artist Residency, así como el apellido de la artista Wynnie Mynerva. Se aplicaron las correcciones.

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