Inclasificable, densa, compleja, exhaustiva Así es la literatura del chileno Roberto Bolaño, uno de los escritores más representativos de los últimos tiempos, a quien un fallo hepático arrebató la vida hace ahora diez años.
El estilo Bolaño ha traspasado fronteras en todo el mundo tras la muerte del escritor, a través de artículos, poesías, novelas, relatos o discursos; muchos de ellos publicados póstumamente, como 2666, El Tercer Reich o El gaucho insufrible.
A propósito de la conmemoración de la primera década sin él, aquí lo recordamos con diez frases:
1. Escribir no es normal. Lo normal es leer y lo placentero es leer; incluso lo elegante es leer. Escribir es un ejercicio de masoquismo; leer a veces puede ser un ejercicio de sadismo, pero generalmente es una ocupación interesantísima. (Sobre sus preferencias literarias añadió luego en el programa Off The Record: Yo soy básicamente un lector de poemas. Me gusta muchísimo la poesía. Por ejemplo, la literatura chilena que yo leo y que siempre he leído es poesía: Parra, Lihn, Diego Maquieira y Zurita)
2. Me conmueven los lectores a secas, los que aún se atreven a leer el Diccionario filosófico de Voltaire, que es una de las obras más amenas y modernas que conozco. Me conmueven los jóvenes de hierro que leen a Cortázar y a Parra, tal como los leí yo y como intento seguir leyéndolos. Me conmueven los jóvenes que se duermen con un libro debajo de la cabeza. Un libro es la mejor almohada que existe. (Entrevista con la edición mexicana de la revista Playboy)
3. La única novela de la que no me avergüenzo es Amberes, tal vez porque sigue siendo ininteligible. Las malas críticas que ha recibido son mis medallas ganadas en combate, no en escaramuzas con fuego simulado. El resto de mi obra, pues bueno, no está mal, son novelas entretenidas, el tiempo dirá si algo más. Por ahora me dan dinero, se traducen, me sirven para hacer amigos que son muy generosos y simpáticos, puedo vivir, y bastante bien, de la literatura, así que quejarse sería más bien gratuito y desagradecido. Pero la verdad es que no les concedo mucha importancia a mis libros. Estoy mucho más interesado en los libros de los demás. (Entrevista con la edición mexicana de la revista Playboy)
4. La verdad es que no creo demasiado en la escritura. Empezando por la mía. Ser escritor es agradable No. Agradable no es la palabra: es una actividad que no carece de momentos muy divertidos, pero conozco otras actividades aún más divertidas, divertidas en el sentido en que para mí es divertida la literatura. Ser atracador de bancos, por ejemplo. O director de cine. O gigoló. O ser niño otra vez y jugar en un equipo de fútbol más o menos apocalíptico. Desafortunadamente el niño crece, al atracador lo matan, el director se queda sin dinero y el gigoló enferma y entonces ya no te queda más alternativa que escribir. (Entrevista con la poeta mexicana Carmen Boullosa)
5. Todos los escritores, incluso los más mediocres, los más falsos, los peores del mundo, han sentido la sombra de ese éxtasis de la creación. (Entrevista durante la Feria del Libro de Chile de 1999)
*6. Gabriela Mistral era una extraterrestre y por lo tanto no tenía ni nuestras necesidades ni nuestros deseos (y añadiría que tampoco tenía un talento literario como el que se le atribuye con una soltura de cuerpo espantosa). Era una simple extraterrestre extraviada en Chile, en Latinoamérica, que no podía comunicarse con su nave nodriza para que la fueran a rescatar.
7. Casi siempre he creído, y aún sigo creyéndolo, que escribir prosa es de un mal gusto bestial. Y lo digo en serio. () En algún sentido creo que escribir prosa es volver a las labores de mi abuelo analfabeto. Es mucho más difícil la poesía. Las escenografías que te proporciona la poesía son de una pureza y de una desolación muy grande. Cuando juntas pureza y desolación el escenario se agranda automáticamente hasta el infinito y lo lógico es que tú desaparezcas en ese escenario y, sin embargo, no desapareces. Te haces infinitamente pequeño pero no desapareces (Entrevista con el diario Primera Línea)
8. Si hubiera podido escoger, probablemente ahora sería un caballero rural belga, de salud de hierro, solterón, asiduo a burdeles de Bruselas, lector de novelas policiales, y que derrocharía, con sentido común una riqueza acumulada durante generaciones. () Pero soy chileno, de clase media baja y vida bastante nómada, y probablemente lo único que podía hacer era convertirme en escritor, acceder como escritor y sobre todo como lector a una riqueza imaginaria, ingresar como escritor y como lector en una orden de caballería que creía llena de jóvenes, digamos, temerarios, y en la que finalmente, ahora, a los 48 años, me encuentro solo.
9. Yo no me siento el mejor narrador chileno, ni siquiera me preocupa eso. A mí lo único que me interesa en el momento de escribir es hacerlo con una mínima decencia, que no me avergüence al cabo de un tiempo de lo que he escrito, no lanzar palabras al vacío.
10. Que tal vez sea una pésima novela. O tal vez no (Respuesta a la pregunta ¿Qué nos puede adelantar de su próxima novela, 2666? durante una entrevista con el diario El Mercurio de Chile en marzo del 2003)