ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI

Un escritor compulsivo de telenovelas, que pretende escribir la historia de amor perfecta, se lleva pésimamente con su pareja y con las mujeres. Solo se da cuenta de lo que esto significa cuando su novia lo abandona y sufre un bloqueo creativo. Esta es la síntesis de la nueva novela de Santiago Roncagliolo, Óscar y las mujeres. Para hablar sobre esto, el narrador nos atendió al teléfono en Barcelona, donde vive. Durante algún tiempo, Roncagliolo, en Lima, escribió telenovelas a dos manos con Eduardo Adrianzén, y alguna vez también en España. Escribió con este Amor serrano y la serie sobre Sarita Colonia, entre otras. Por eso, confiesa, quiso escribir la novela a partir de su experiencia como guionista.

¿Tu nueva novela parodia el mundo de las telenovelas latinoamericanas porque es un género solo nuestro? La telenovela es el único género narrativo realmente latinoamericano. Nació en Cuba con la radio, pero se hacen telenovelas en Argentina, México, Perú, Colombia, Brasil, Chile, pero la capital de estas producciones, paradójicamente, está en Miami, que en teoría es un país de habla inglesa. Por eso me pareció que Miami era un país muy divertido para escribir una novela, pues es y no es Cuba, es y no es Estados Unidos, es y no es América Latina.

¿Por eso pretendiste enjuiciar en tu novela esta característica de la latinoamericanidad? Oscar Coliffato, el protagonista, es un personaje muy latinoamericano. Sus relaciones con las mujeres son como es él, un tipo que escribe telenovelas a la antigua. Es un tipo que necesita entenderse mejor con las mujeres y con la realidad. Eso es algo que le ocurre a todos los latinoamericanos en un momento dado.

Se dice que estos culebrones se parecen mucho a la vida. ¿Tú crees que eso es lo que nos identifica? Nos gusta llorar, eso sí. Por ejemplo, las canciones latinoamericanas de amor son mucho más dramáticas que las europeas. A Óscar le gusta José José por eso, porque en Latinoamérica nos encanta llorar y él tiene que escribir historias así, porque su público está en América Latina.

¿En qué se parece Óscar Coliffato al Pedro Camacho de La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa? Son muy diferentes. Mientras Camacho está lidiando con las distintas radionovelas que escribe, Óscar está lidiando con su propia realidad. Es una burla de los hombres en general. Óscar es un papelón sexual, como novio, como padre. Su reto es más personal. Trata de querer a alguien pero no sabe cómo hacerlo. Lo divertido es que escribe una telenovela de amor perfecta, teniendo una vida desastrosa. Eso me gustaba.

¿En qué pensabas cuando escribiste la novela? En realidad, solo pensé en Woody Allen. Mi tema me pareció muy película de Woody Allen: un escritor lidiando con su ficción. Hay gente que dice que como se desenvuelve en Miami, la novela remite a Bayly. O a Borges Aguirre. Pero entre todos esos autores yo me siento perfectamente cómodo.

Para tu novela elegiste un epígrafe de Woody Allen: La vida imita a la televisión barata. ¿Tú lo crees así? Sí, claro. La vida está mal escrita. La vida está llena de diálogos incoherentes, episodios de ficción, personajes ambiguos que no son suficientemente buenos ni malos. Dios es un guionista mediocre, un mal guionista.

Para leer la entrevista en su totalidad accede a la edición de hoy de Somos (pág. 64).