RODRIGO BEDOYA FORNO
Akira Kurosawa admiraba el cine estadounidense. No solo nunca lo ocultó, sino que muchas de sus películas miraron directamente géneros como el western, el film noir y el melodrama como inspiración. A diferencia de dos monstruos del cine japonés como Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu (maestros totales), Kurosawa miraba a occidente sin ningún tipo de complejo. Y su cine es la prueba de ello.
Hoy se cumplen 15 años de la muerte de uno de los cineastas más influyentes que ha dado el cine. Pero Kurosawa fue un cineasta que también recibió influencias, que entendió que el cine es un flujo constante, que las películas se alimentan entre ellas. Aquí repasamos cinco de sus películas que no te puedes perder. Todas están a la fácil disposición del que quiera verlas.
Stray Dog (1949) Un policía que pierde una pistola. Esa misma pistola es usada en un par de crímenes. Hay balaceras en la lluvia y persecuciones en un bosque. Y un rompecabezas que dos detectives deben ir armando para atrapar a un criminal escurridizo. Los ecos del cine policial de Hollywood se sienten en cada uno de los planos de esta cinta, inspirada en “The Naked City” de Jules Dassin.
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Rashomon (1950) El cine japonés se hizo más accesible al público occidental gracias a esta cinta. La muerte de un samurái es la base para conocer tres puntos de vista de una misma historia. Pocos cineastas habían vuelto en el tiempo para contarnos la misma anécdota pero desde distintas perspectivas. Su influencia en el cine de hoy es inmedible. ¿Qué sería Tarantino, otro al que le encanta jugar con los puntos de vista, sin Rashomon?
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Trono de sangre (1957) ¿Cómo hacer para trasladar Macbeth, de Shakespeare, al Japón feudal? Pues haciéndolo una cinta épica, con influencias no solo del dramaturgo inglés sino del cine de aventuras hollywoodense, con ese aliento épico tan propio del mejor cine de EE.UU. Para muchos críticos literarios, la mejor adaptación que se ha hecho de Macbeth (y hasta de Shakespeare) en el cine.
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Dodesukaden (1970) La primera película en color de Kurosawa fue casi un experimento para el realizador: historias pequeñas, cotidianas, que giran alrededor de gente que vive en un vertedero. El cineasta miró más el cine de Ozu y Mizoguchi más que Hollywood. ¿El resultado? Un fracaso de taquilla, pero una de las películas más emocionantes de su carrera. El tiempo puso a esta gran película en el lugar que siempre mereció estar.
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Dersu Uzala (1975) Tras un intento de suicidio provocado por una profunda depresión, Kurosawa volvió al cine con esta cinta. El regreso no podía ser más lógico: el aliento épico de buena parte de su cine está presente, pero condensado en los pequeños gestos de la amistad que se genera entre un militar ruso y un aborigen en la inmensidad del este ruso. Vela con harto kleenex al lado.
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Bonus track: Madadayo (1993) Madadayo quiere decir aún no. Eso responde el profesor Hyakken Uchida, personaje en el que se basa Kurosawa para hacer su film final, cuando le preguntan si está listo para morir. La cinta, una hermosa elegía, nos muestra la vida del personaje con un gran sentido de lo efímero, de la nostalgia que provoca sentir el tiempo pasar. El japonés sabía que la muerte se acercaba, y lo expresa de gran forma en esta película. El mejor adiós posible.
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