Redacción EC

Entre fines del 2019 e inicios del 2020, durante la campaña para las elecciones parlamentarias extraordinarias en el Perú, se pudo ver a muchos postulantes recorriendo calles, subiendo cerros, repartiendo volantes y conversando con la gente. Pero hubo uno fuera de lo común, porque era extraordinario: el primer candidato a un cargo público con síndrome de down en el mundo.

Su nombre, Bryan Russell. Su número, el 34. Y aunque obtuvo más de 14.000 votos (los suficientes como para obtener un escaño en el Congreso), el partido con el que postuló, Perú Nación, no alcanzó el 5% necesario para superar la valla electoral. Aun así, el esfuerzo de Russell dejó varias lecciones sobre inclusión, representatividad, superación y respeto hacia las personas con habilidades especiales como él.

De esa gesta suya es que el cineasta Ryan Marley ha dirigido el cortometraje documental “Candidato 34″: un emotivo seguimiento a Russell durante su intensa campaña política, que no solo representó un desafío importante para él mismo, sino que lo llevó a marcar para siempre las vidas de muchas personas que lo acompañaron y siguieron en esos meses.

“Candidato 34″ ha ganado premios en Los Angeles Film Awards, el Prague International Monthly Film Festival, Prisma Rome Independent Film Awards, y hace solo unas semanas en el Festival Internacional de Cine de Cleveland.

Liz Whittemore, del portal Reel News Daily, destacó de la película la forma en que Russell representa a grupos marginados en todas partes. “El equipo de Bryan, incluidos sus padres, ponen su corazón en su campaña, apoyando sus sueños e ideas. Permítanme aclarar algo de inmediato; sus padres están presentes como porristas y coordinadores. Bryan es un joven consumado. Es encantador, elocuente, crudo e implacablemente determinado”, escribe en su reseña.

Por su parte, Jason Delgado, de Film Threat, resalta que Russell es también la primera persona con síndrome de Down en graduarse de una universidad en el Perú. “Por las interacciones que muestra con la gente en la calle puedes notar cómo Bryan toca fibras emocionales que otras personas nunca podrían. Su autenticidad y honestidad son refrescantes de ver en una escena política donde la corrupción y la farsa son la regla”, escribe el crítico.