El actor mexicano Gael García Bernal y el director Pablo Larraín se encuentran de gira en Europa promocionando el estreno de No. En españa, el protagonista de la película nominada a los Óscar dijo que después de ver la cinta, dan muchas ganas de que lo sucedido en Chile en 1988 fuera parte de la historia de tu país, de cualquier país.

Es un no más. La película misma es una campaña no sólo contra Augusto Pinochet sino contra la realidad que vivimos ahora. En todos lados donde estrenamos, quizá también suceda aquí en España, hay una sensación directa de que ojalá hubiera un no más, no más impunidad, no más corrupción, indicó el mexicano.

El mundo entero anda como en esa adolescencia de la democracia, que criticamos porque ha sido muy pervertida y porque el objetivo se ha vuelto ganar elecciones y no el intercambio real de ideas, la confrontación inclusive: importa más cómo se vende, y ahí es donde No tiene esa conexión, porque se siente que habla de lo que sucede en cada país en este momento, reflexionó el actor.

Desde el punto de vista del director, esa esperanza y esa alegría que cuenta la película es un fragmento muy arbitrario y muy subjetivo de cómo un país se organizó para derrotar a un dictador, y sí, es posible; cuando la gente se organiza y realmente lucha por algo, y está en eso durante años, se puede producir. No obstante, para Larraín hay varios peros en los cambios de este tipo.

El primero de ellos es, en el caso de Pinochet, el saborcito amargo de que se fuera dos años después, sin ser juzgado ni encarcelado y dejando algo muy fuerte de su dictadura que fue su Constitución, hoy vigente en Chile, y su modelo económico.

El segundo cuestionamiento de Larraín es su sensación de que es cada día más difícil que las cosas hoy se puedan arreglar de manera positiva. Los países hoy son propiedad de algunos empresarios y los ciudadanos somos gente que trabajamos para ellos.