en la foto, Maxi Iglesias y Stephanie Cayo, protagonistas de "Hasta que nos volvamos a encontrar" . (Foto: Netflix)
en la foto, Maxi Iglesias y Stephanie Cayo, protagonistas de "Hasta que nos volvamos a encontrar" . (Foto: Netflix)
/ DANIELA TALAVERA
Alfonso Rivadeneyra García

Veo muy poco cine peruano, pero el viernes último leí en redes sociales tantas críticas negativas contra “Hasta que nos volvamos a encontrar”, la primera película peruana rojiblanca hecha en exclusiva para , que la vi por curiosidad. , empecé con un prejuicio de lo que encontraría, sea por la crítica o por la empresa productora, Tondero, cuyos vicios son conocidos.

La trama: “Hasta que nos volvamos a encontrar” sigue a Salvador (Maxi Iglesias), arquitecto español que llega a Cusco para construir un hotel de seis estrellas. Allí conoce a la peruana Ariana (Stephanie Cayo), quien trabaja en la administración de un hostal y con la que se involucra sexualmente. La atracción entre ambos crece, pero algo enturbia el acercamiento: el hotel se construirá en casa Lichi (Wendy Ramos), donde Ariana tiene recuerdos de infancia.

Una montaña de problemas

Cuando se tiene una trama simple como esta, donde chico conoce chica y algo impide que estén juntos, así como personajes de construcción precaria; depende del carisma de la pareja protagónica mantener el interés. A pesar de que tanto Cayo como Iglesias sean pareja en la vida real, delante de la pantalla no demuestran esta química. Ni qué decir cuando están separados, donde se nota que faltó un mejor trabajo en la dirección de cásting.

Y también hay carencias en dirección actoral. Se supone que las indicaciones del cineasta, en este caso Bruno Ascenzo, sacan lo mejor de los actores; lo cual, supongamos, ocurrió en este caso. Pero una película no está hecha solo de performances, sino de guion. Mientras los diálogos no son nada en especial; cuando el libreto intenta pasar de un punto de inflexión a otro de la cinta, donde se supone que hay cambios fundamentales, tropieza. La película no avanza con naturalidad, pero sí se sostiene en las coincidencias.

"Mientras vi esta película, me pregunté en varios momentos a quién está dirigida. ¿Es al usuario de Netflix que no vive en Perú? Eso explicaría la ceguera con la que se toca el tema de representación étnica". Foto: Netflix.
"Mientras vi esta película, me pregunté en varios momentos a quién está dirigida. ¿Es al usuario de Netflix que no vive en Perú? Eso explicaría la ceguera con la que se toca el tema de representación étnica". Foto: Netflix.

La casualidad es un recurso típico de la comedia romántica, es ya parte del género. ¿Pero qué pasa cuando se abusa de lo fortuito? A menos que esté fundamentado en la historia, se trata de un problema. Repasemos la cadena de casualidades: Salvador se enamora de Ariana, quien resulta ser sobrina de la dueña del terreno que él tiene que comprar para construir el hotel; él, circunstancialmente, encuentra enterrado un recuerdo de niñez de ella, lo cual los acerca; en la ruta Salkantay, el celular de Salvador se rompe por un descuido de Ariana y ambos se vuelven a acercar solo para que el también fortuito hallazgo del contrato de venta, los separe.

Lo ideal es que un guion de cine no tenga más escenas, ni personajes, de los que necesita. Pero nada es ideal en esta película, donde abundan elementos “flotantes”, sin consecuencia, sea el funcionario corrupto, la aparición de los practicantes de paddle (que solo existen para llevar a Salvador de una parte del mapa a otra), la preparación de la huatia e incluso la visita a Machu Picchu. Esto último corona una tendencia que se ve a lo largo de la película, que es presentar la ficción con el estilo de un comercial turístico, sea por los datos del país que los personajes peruanos sueltan aleatoriamente o por la fotografía que, si bien muestra bonitos paisajes, no encaja con una ficción. El chiste recurrente en redes de que “Hasta que nos volvamos a encontrar” parece una campaña de Promperú tiene sustento en esos encuadres. Allí, nuevamente, estamos ante la responsabilidad del director. No basta que la cinematografía muestre algo “bonito”, tiene cumplir un rol narrativo.

Mientras vi esta película, me pregunté en varios momentos a quién está dirigida. ¿Es al usuario de Netflix que no vive en Perú? Eso explicaría la ceguera con la que se toca el tema de representación étnica en roles protagónicos. Si bien las redes sociales son una burbuja donde cada uno tiene una experiencia distinta y limitada; es innegable el desagrado en la recepción al ver que un par de caucásicos protagoniza una película en un país donde los que tenemos piel y cabello oscuro somos mayoría. E incluso si por razones de guion de los personajes protagónicos es de España, la coprotagonista, Cayo, bien pudo ser reemplazada por alguien más.

Aquí ya la discusión es extraficcional y está, nuevamente, relacionada al público objetivo de la película. Cayo es una actriz conocida fuera del Perú, que ha trabajado en producciones como “Club de cuervos” y “El comandante”, lo cual explica, en parte, por qué fue elegida. Pero Netflix ya ha lanzado antes, y por todo lo alto, películas con actores nóveles y, encima de todo, obtenido éxito: “Roma”.

"Lo ideal es que un guion de cine no tenga más escenas, ni personajes, de los que necesita. Pero nada es ideal en esta película".

Alfonso Rivadeneyra

Esta película no tenía la obligación de ser buena, ninguna película tiene que cargar esa responsabilidad sobre los hombros más allá de ser rentable; . Pero que la primera película original de un país para el mayor servicio de streaming del mundo replique problemas tan conocidos y, sobre todo, tan evitables; es símbolo de que algo está muy mal con nuestras ficciones. El cómo Tondero ejerció la libertad que Netflix le dio para hacer esta película, es prueba suficiente de que hace falta una renovación en la producción audiovisual peruana. Pero ese es un tema que excede el espacio de este artículo.

¿Hay algo bueno en “Hasta que nos volvamos a encontrar”?

Sí, la participación de Wendy Ramos es un alivio. Cuando no hay chispas donde debería haberlas, algo de humor se agradece. No porque la actriz tenga un guion a su altura, sino por lo que ella, con su registro usual, ofreció. Wendy Ramos siendo ella misma es muchísimo más personaje que la pareja protagónica. También hay un par de chistes que funcionan. Y la música original de Lucho Quequezana es disfrutable.

Pensamientos sueltos

  • Originalmente esta crítica fue un hilo de Twitter. Este texto es una manera de ordenar mis ideas.
  • El título de la película se basa en una concepción imprecisa sobre lo que significa “Tupananchiskama”. Este hilo de Carlos Molina lo explica:
  • Un país con tantos problemas como Perú es caldo de cultivo para el conflicto. Que la película no los haya utilizado en todo su potencial, es una oportunidad perdida.
  • Los personajes protagónicos tienen poca construcción, y el conflicto por la construcción del hotel no tiene muchas consecuencias.
  • Este tiene que ser el mejor chiste de toda la película.

Calificación

2 estrellas de 5

Dato
Puedes ver “Hasta que nos volvamos a encontrar” en Netflix.



"Hasta que nos volvamos a encontrar"

Netflix/ Tondero

Chico conoce chica en Cusco. Eso es todo lo que tienes que saber de esta película.

Elenco

Stephanie Cayo

Maxi Iglesias

Wendy Ramos

Amiel Cayo

https://www.netflix.com/

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