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"Avengers: Infinity War"
Sebastián Pimentel

A veces es difícil escribir sobre una película. A veces es tan buena y profunda que desafía a las palabras y a las ideas que uno tiene sobre lo que debe ser el cine. A veces es un filme mediocre donde apenas pueden destacarse algunos apartados artísticos o actores. A veces puede ser, también, una película francamente mala, pero cuya torpeza e ingenuidad resultan hasta entrañables. Y a veces es "".

Vayamos por partes: ¿de qué se trata "Avengers: Infinity War"? En lo que parece una mezcla psicotrópica salida de la mente de Paulo Coelho y las hermanas Wachowski, las piedras de La Realidad, El tiempo, El Poder, La Mente y El Alma deben ser preservadas por los Avengers –los superhéroes icónicos de Marvel Cómics– del malvado Thanos (Josh Brolin). Este último es un humanoide gigante de color azul que no parará hasta reunir estas gemas que, todas juntas, activan un poder infinito.

Pero estas fabulaciones estrambóticas no tienen la culpa de nada. Salvo el hecho de que, en sus dos horas y media de duración, la acción y pirotecnia desbocada permiten apenas cuatro o cinco descansos. En ellos, además de un momento lacrimógeno de inspiración ‘kitsch’, abundan rutinarios diálogos chacoteros. Lo demás es un salto por diferentes escenarios galácticos de burdo barroquismo digital. Y entre ellos, el recurrente chiste autorreferencial de más de un héroe, mientras todos se unen contra Thanos.

Los directores y hermanos Anthony y Joe Russo logran desinteresarnos desde los primeros minutos. La pelea entre Thor (Chris Hemsworth) y el villano es tan estruendosa como cansina. Mientras el ambiguo Loki (Tom Hidleston) participa unos segundos para luego desaparecer del filme para siempre. No podemos estar con un personaje más allá de unos minutos, porque se intercalan unos con otros en un carrusel de confusión narrativa. Tan solo violencia inocua que se permuta con una floja ironía: fórmula que ha perdido toda pizca de frescura ya 10 años después del estilo que impuso "Iron Man" (2008).

Como otros bodrios de su tipo –"El hombre de acero" (2013), "Batman vs Superman" (2016), "Capitán América: Civil War" (2016) o "El escuadrón suicida" (2016)–, los Russo apuestan por la pretenciosidad y la sustitución de ideas basada en la multiplicación digital de monstruos en serie. Rayos y centellas que van y vienen, interminables y mecánicas batallas de videojuego, chistes y más chistes que convierten la lucha a muerte en un simulacro del que ni los propios superhéroes están interesados.

Y es que llega un punto en que a la fantasía se le extirpa no solo el alma, sino cualquier tipo de amor o asombro por la imagen. Con un montaje acelerado que no deja ver mucho, solo fanfarria sonora y visual, no hay lugar ya para la sutileza. La elemental infantilización que produce Hollywood con este tipo de filmes hace preguntar por aquellos que son capaces de deleitarse con carnavales efectistas como este. ¿Es que la historia no importa? ¿Solo se trata de ver a los superhéroes haciendo piruetas, ad nauseam?

Es una pena que los hermanos Russo hayan abandonado la fina artesanía y el comentario histórico-político de una buena película como "Capitán América: soldado de invierno" (2011). Porque ningún género es poco propicio para la creatividad. Ahí están los "Batman", de Christopher Nolan, o la lúcida militancia de "La Mujer Maravilla" (2017), de Patty Jenkins. Esta reunión de los Avengers es indigesta, solemne, aburrida, cínica, sospechosa…. y bastante tonta.

Título original: "Avengers: Infinity War".
Género: fantasía, acción.
País y año: EE.UU., 2018.
Directores: Anthony Russo y Joe Russo.
Elenco: Robert Downey Jr., Chris Hemsworth, Mark Ruffalo.
Calificación: una estrella.

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