"The Disaster Artist", comedia—18 de enero. (Foto: Difusión)
"The Disaster Artist", comedia—18 de enero. (Foto: Difusión)
Sebastián Pimentel

Aún joven, lleva ya varios años tratando de conjugar sus propios intereses artísticos con su estrellato como actor de Hollywood. Y esos esfuerzos lo han llevado a la dirección, con proyectos cinematográficos de, por lo general, discretos alcances expresivos. Como actor, en el rol de artista rebelde están sus interpretaciones de James Dean (“James Dean”, 2001) o de Allen Ginsberg (“Howl”, 2010). Por el lado de la realización, puede contarse su “Bukowski” (2013) o las adaptaciones de dos novelas de William Faulkner (“As I Lay Dying”, 2013, y “The Sound and the Fury”, 2014).

No obstante, no sería el nombre de un artista mayor del canon cultural estadounidense el que lo llevaría a su mejor trabajo. Todo lo contrario. Sería la historia de un cineasta fracasado, aunque también rebelde, la fuente de inspiración correcta: el ya legendario Tommy Wiseau, cineasta, guionista y actor megalómano que solo consigue carcajadas por sus torpes dramatizaciones, así como el culto popular. Una especie de Ed Wood de hoy que, con solo una película –“The Room” (2003)–, logró tomar el interés de Franco para llevar su vida a la gran pantalla.

Esta vez Franco no opta por un estilo de encuadres académicos y estudiados, o de un lucimiento fotográfico y técnico que aspira al reconocimiento de sus pares –como parecían la mayor parte de sus empeños como realizador hasta la fecha–. En “The Disaster Artist” elige el estilo de reportaje, la cámara al hombro, el tono documentalista. Es el mismo de las ficciones hiperrealistas que popularizaron los daneses Lars Von Trier o Thomas Vinterberg en los años noventa, ese que permite despojar a los cineastas del formalismo preciosista de Hollywood, para captar la vida en su inmediatez y crudeza.

La estrategia de filmación busca una frescura e inocencia que desea emular la de los protagonistas. Por un lado está Wiseau, muy bien interpretado por el mismo James Franco, quien pretende parecerse a James Dean y a Orson Welles en cada toma de “The Room”. Pero por el otro lado está Greg Sestero (Dave Franco). Este último es quien escribió el libro que da origen a “The Disaster Artist”, donde cuenta su experiencia en la hechura de “The Room” con Wiseau, desde los inicios de una amistad en la que ambos eran unos desconocidos estudiantes de actuación, dispuestos a darlo todo por conquistar Hollywood.

Lo más interesante de la cinta está en la perspectiva entre cómica y dramática con que escudriña a sus antihéroes, sin morbo ni condescendencias. Con empatía y cierta melancolía por la que a todas luces es una empresa compartida que terminará en un desastre, vemos a Sestero y Wiseau conocerse, compartir sueños, confiar y desconfiar, pelearse y amistarse como solo lo hacen los amigos de verdad. Sin los tonos brillantes ni el estilo glamoroso propio del ilusionismo de la ficción estándar. Pero también sin alguna estridencia de cámara en mano que nos distraiga de la disparatada aventura.

Como en la historia del antecesor de Wiseau que contó Tim Burton en su obra maestra “Ed Wood” (1994), hay secuencias hilarantes, como aquella de los desnudos de Wiseau, o aquella de las pocas líneas que este no puede memorizar y tiene que repetir innumerables veces. La cinta también salvaguarda el misterio de Wiseau –nadie sabe su origen, su edad, la fuente de su dinero– y lo filma como un acto performático fascinante, uno que tiene en Sestero a su contraparte más “sensata”. En su aparente ligereza, “The Disaster Artist” logra ser también una película algo desencantada sobre la industria, en el ácido contraste de cotidianidad y mundo idealizado. Ese es otro de sus secretos.

Título original: “The Disaster Artist”.
Género: comedia, drama, biografía.
País: Estados Unidos, 2017.
Director: James Franco.
Actores: James Franco, Dave Franco, Ari Graynor.
Calificación: 3/5

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