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"Pequeña gran vida" y otros filmes con humanos encogidos
Juan Carlos Fangacio

Una mirada superficial a "" nos invita a describirla como una simple y entretenida novela de aventuras y ciencia ficción. Pero lo que proponía el irlandés Jonathan Swift allá por el siglo XVIII era mucho más: al enfrentar a un hombre común y corriente contra los liliputienses, una raza de personas de 15 centímetros de altura, se permitía reflexionar sobre las borrosas delimitaciones de la naturaleza humana y reforzar las peligrosas desavenencias que surgen cuando el individuo choca contra la sociedad. En situaciones como esa, los hombres se descubren menos comunitarios y más egoístas de lo que aparentan ser.

El estupendo cineasta estadounidense Alexander Payne ("Entre copas", "Los descendientes", "Nebraska") se arriesga a un ejercicio similar en su más reciente filme, "Downsizing", actualmente en la cartelera peruana con el título "Pequeña gran vida". En la cinta, un hombre agobiado financieramente () decide someterse a un programa científico para encoger su tamaño de forma irreversible: una reducción que le permitirá consumir menos recursos y adecuarse mejor en un mundo que ya no aguanta más humanidad. Narrada en un tono que mezcla lo humorístico, lo melancólico y lo absurdo, es notoria la alusión a un sistema capitalista que desprecia cada vez más a los hombres y a su entorno ecológico, en pos del crecimiento económico.

—Pequeños detalles—
Pero las historias sobre seres humanos empequeñecidos en el cine no siempre lo han hecho con la inteligencia y afilada ironía de Payne. Sus propósitos han sido más bien variados. Podemos mencionar, por ejemplo, la adaptación de "Los viajes de Gulliver" que hizo el pionero de los efectos especiales, George Méliès: esta era, sobre todo, una excusa para poner a lucir sus habilidades con los trucos de cámara y la magia de la imagen en movimiento.

En 1957, Jack Arnold dirigió una joya de la ciencia ficción llamada "El increíble hombre menguante", que no solo se preocupó por mostrar los cambios de escala de su protagonista, sino por cómo esta súbita transformación afectaba su forma de vida, su psicología y sus emociones. Una historia fantástica que no dejaba de lado los problemas de adversidad y adaptación. Ejemplar.

Otras –en realidad la gran mayoría– se han inclinado por la aventura ligera como en el caso de las entretenidas "Querida, encogí a los niños" (1989), "La llave mágica" (1995) o "Noche en el museo" (2006). Desde luego, esa tendencia a la poca profundidad a veces tiende al recurso más fácil y al cliché: poner a un hombrecito enfrentando a un pequeño animal (en este caso, devenido en bestia gigante) es una de las figuras más repetidas en esta genealogía de lo minúsculo.

Y aunque no trata sobre miniaturas, sino sobre personas de baja estatura, "También los enanos empezaron pequeños" (1970), del alemán Werner Herzog, se parece a las mencionadas por su oposición entre un gran individuo y una colectividad reducida. Conviene revisarla para entender aún mejor que en esas complejidades de nuestra especie el tamaño (del poder, sobre todo) sí importa.

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