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La última noche cuando ellos devoraron el mundo
Sebastián Pimentel

Aún no se agota la exploración de la metáfora del zombi. Y todo lo que está detrás de ella: el fin del mundo, el de los seres humanos en tanto entidades espirituales, la invasión de cuerpos brutos que comen otros cuerpos, etc. Se podría decir que, haciendo sumas y restas, las películas de zombis son más inventivas que las de superhéroes. Por más flojas que puedan ser, por lo general son algo más adultas y sofisticadas que las de DC o Marvel.

La producción francesa "La última noche cuando ellos devoraron el mundo", pese a sus limitaciones, tiene cierto interés. Se trata de la adaptación de una novela del 2005 del escritor galo Martin Page –seudónimo de Pit Agarmen–, cuyo título original ("La nuit a dévoré le monde") puede traducirse como "Uno se va acostumbrando al fin del mundo". La dirección está a cargo de su compatriota Dominique Rocher, quien trata de aprovechar el material literario de Agarmen: una versión contemplativa del tema zombi, desde la mirada de un joven desencantado.

La película cuenta la historia de Sam (Anders Danielsen). Una noche, él va a recoger sus pertenencias a la casa de su ex novia. Allí se encuentra con una ruidosa fiesta y se recluye en el cuarto donde guardaba sus cosas. Se queda dormido. Al despertar, se da con la sorpresa de que el mundo exterior ha sido destruido. Sam tratará de sobrevivir en un duro aislamiento, donde todo lo que lo rodea es una ciudad –París– plagada de muertos vivientes.

La cinta se quiere intimista, cotidiana y reflexiva. Su protagonista parece sacado de una novela de Albert Camus. Desde los minutos iniciales, cuando asiste a la fiesta de su ex enamorada, hay un aire solipsista en este antihéroe desgarbado y descreído como muchos jóvenes de hoy. La paradoja es que, al despertar en un mundo poblado por espantajos, Sam pareciera acostumbrarse con cierta comodidad a una realidad que le resulta, quizás, no demasiado diferente a la anterior.

El realizador Marc Rocher filma con tomas fijas de larga duración. El corte de edición se reduce a lo necesario para hacer avanzar las anécdotas. Lo que queda: espacios sin vida del departamento, donde Sam se alimenta con lo que encuentra en la despensa, consigue agua de la lluvia gracias a unos recipientes que pone en el techo del edificio. Y, gracias a su ingenio, elabora unos rudimentarios instrumentos acústicos que le permiten simular una extraña diversión personal.

Quizá la cinta que más se acerque a esta sería la estupenda "Exterminio" (2002), del director Danny Boyle. Allí un grupo de jóvenes vislumbra, en medio del apocalipsis, una especie de paraíso en la posibilidad de una comunidad de amor. Pero lo que en la cinta de Boyle era una poética visionaria que se hermanaba con la sensibilidad de perder la vida a cada minuto, acá se convierte en un apático y algo aburrido vivir el día a día.

El filme se decanta hacia la idea del náufrago solitario, a lo Robinson Crusoe. Sam le habla a un zombi que queda atrapado en el ascensor –un desperdiciado Denis Lavant–. A ello se suma la inclusión de una esperanza amorosa con una chica sobreviviente (Golshifteh Farahani). Pero es demasiado tarde. "La última noche cuando ellos devoraron el mundo" suma personajes que no evolucionan. Rocher sobrevuela la indiferencia existencial de Camus, o la poética del vacío de Antonioni, pero no profundiza en ninguna de las dos. La cinta termina por ceder a cierta autocomplacencia, donde los zombis comienzan a adquirir un rol ornamental. Una pena, ya que sus primeros minutos prometían mucho más.

AL DETALLE:
Puntuación: 2/5 estrellas
Título original: “La nuit a dévoré le monde”.
Género: horror.
País y año: Francia, 2018.
Director: Dominique Rocher.
Actores: Anders Danielsen Lie, Golshifteh Farahani, Denis Lavant.

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