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"Macbeth": clásico de Shakespeare regresa al cine - 2

Vuelve el temible “Macbeth” a cobrar vida en la pantalla grande. Y lo hace reuniendo a dos de las estrellas más rutilantes de los nuevos tiempos, el británico Michael Fassbender y la francesa Marion Cotillard. Dos personalidades que tras haber demostrado sus posibilidades dramáticas en el cine de sus países, se han instalado en Hollywood. Pues bien, dirigidos por Justin Kurzel, ahora les toca ocupar un complicado lugar dentro de una larga tradición de intérpretes. Sobre todo en el escenario, porque a decir verdad y pese a la popularidad de la obra teatral, el cine no se ha interesado demasiado en ella. Después de todo, las dos únicas versiones previas, fieles al texto y realizadas durante el cine sonoro, han sido proyectos personales de Orson Welles y Roman Polanski.

PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS
Aunque la identidad de William Shakespeare continúa creando dudas y tejiendo misterios, la historia oficial reconoce a “Macbeth” como obra suya. Casi con seguridad afirman que fue escrita en 1606, pero no se conoce impresión previa a la del Primer Folio de 1623. La obra se hizo popular desde un inicio y al parecer fue representada en la corte de Jacobo I. Un espectáculo aterrador pero que curiosamente se fue transformando de acuerdo a los gustos de la época. En tiempos de la Restauración se interpretaba con momentos cómicos e incluso musicales. Y no fue hasta el siglo XIX que la obra volvió a su vena original, principalmente como vehículo de lucimiento para las grandes actrices trágicas de la época, como Sarah Siddons o Ellen Terry.

¿En qué radicaba esta fascinación por esta sinfonía de crímenes y sangre? Posiblemente en que se trataba de un cuadro de maldad único. Aquí no estamos frente a los villanos que Shakespeare presentó en “Otelo” o “Ricardo III”, sino a un enfoque bastante más complejo. “La obra es un descubrimiento o anatomía del mal”, escribe G.K. Hunter (1). “Aquí el mal es, por una vez y sin lugar a dudas, mayor, más fascinante, más eficaz que la pálida representación del bien”.

Fassbender estelariza "Macbeth" junto a Marion Cotillard. (Foto: Diamond Films Perú)

Un elemento que convierte al impío Macbeth en un personaje de excepción es que siempre duda y se cuestiona a sí mismo por sus crímenes. “Macbeth mismo puede llamarse el más desafortunado de todos los protagonistas shakespeareanos, precisamente porque es el más imaginativo”, apunta Harold Bloom (2) y continúa: “Macbeth sufre intensamente al saber que hace el mal, y que tiene que seguir haciendo cosas peores”.

Si Macbeth, rey de Escocia, existió o no es un enigma más de la historia y corresponde a los especialistas determinarlo. Pero su voracidad no deja de recordarnos a otros monarcas del pasado que no fueron inmortalizados por una obra de teatro. Este juego de poder sin moral subsiste. Lo que puede parecer un tanto exagerado es el ritmo que Shakespeare imprimió en su obra, a la que muchos ven como una obra truncada. ¿Se han perdido escenas de “Macbeth”? ¿Shakespeare se desinteresó durante su elaboración y la terminó en un santiamén? No lo creo. “Macbeth” tiene su propia estructura y aunque es cierto que nos sorprende por la corta duración de algunos de sus pasajes, tiene la velocidad que necesitan la mente y la personalidad de su protagonista para cometer sus crímenes, para ascender y caer de manera tan vertiginosa. En cualquier caso, creo que la gran debilidad de la pieza está en la pronta desaparición de Lady Macbeth del escenario, para luego volver en su propio desenlace.

AMANTES MALDITOS
Aún en el siglo XXI continúa considerándose de mala suerte, dentro de la comunidad teatral, pronunciar el nombre de Macbeth en voz alta dentro de un teatro. Incendio de teatros, fracasos estrepitosos, muertes inesperadas: muchos casos  pretenden probar la maldición. Por supuesto, ninguno realmente documentado. Se dice, incluso, que Shakespeare tuvo que interpretar a Lady Macbeth en la noche de estreno porque el actor a cargo enfermó súbitamente.

Como vemos, el terreno del miedo y la fantasía que la obra proyecta se rebalsa del escenario. Lo cierto es que durante algún tiempo, cuando una obra fracasaba, la compañía a cargo debía reemplazarla con una pieza popular, corta y que todos conocieran. Esta era “Macbeth”. Claro, si no alcanzabas el éxito con ella no había manera de seguir en el oficio. Tal vez esta sea la explicación.

Pero lo más curioso dentro de este gran fresco de horror, brujería y asesinatos políticos está en la gran historia de amor de los Macbeth. “La sublimidad de Macbeth y de Lady Macbeth es abrumadora: son personalidades convincentes y valiosas, profundamente enamorados el uno del otro”, apunta con razón Harold Bloom. “En realidad, con una ironía a ultranza, Shakespeare los presenta como la pareja casada más feliz de toda su obra”.

Desde los primeros tiempos, encontrar a los actores capaces de compenetrarse de tal manera ha sido decisivo para el éxito de “Macbeth”. En el siglo pasado Laurence Olivier y Vivien Leigh conquistaron el mundo como los sanguinarios esposos. Como ellos, notables fueron Ian McKellen y Judi Dench en una producción dirigida por Trevor Nunn y que felizmente fue grabada en video. Hace dos años pude ver a Ethan Hawke y Anne-Marie Duff en la producción del Lincoln Center de Nueva York. Pese a las virtudes de la producción, la obra dividió a la crítica desde su estreno. Pero una de las pocas cosas en las que todos estuvieron de acuerdo fue la pasión que los sanguinarios amantes destilaban.

Les toca ahora llevar esas emociones a Michael Fassbender y Marion Cotillard.

(1) Hunter, introducción a “Macebth”, Penguin Books, 1967.
(2) Bloom, “Shakespeare: La invención de lo humano”, Norma, 2001.

(Por: Alberto Servat)

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