RODRIGO BEDOYA FORNO

Los fanáticos del cine de terror lo sabemos: Sam Raimi es lo máximo. Su “Evil Dead” nos dio algunos de los momentos más deliciosamente terroríficos de la historia del cine. Sí, no exageramos: al mejor estilo de Peter Jackson antes de volverse serio e importante con “El señor de los anillos”, Raimi hizo una película en la que la coherencia poco importaba. Importaban, más bien, la cantidad de trucos y exageraciones hechas para asustar. Y vaya si lo conseguía: “Evil Dead” debe ser la película más parecida a una pesadilla que ha dado el cine. Una pesadilla gozosamente divertida.

Raimi retomó la saga en dos secuelas (“Evil Dead 2” y “Army of Darkness”), y después se volvió un director de Hollywood más poderoso, haciendo cintas en las que demostraba su talento, aunque mucho más controlado, como la saga “El Hombre Araña” y, recientemente, “Oz, el poderoso”. Recién en “Arrástrame al infierno” pudimos recordar algo de lo que nos ofreció el cineasta en su etapa más demencial.

Raimi siempre tuvo el bichito de volver a sus orígenes. Y fue así que él mismo produce “Posesión infernal”, el esperado ‘remake’ de “Evil Dead”, que busca devolvernos su locura, su energía, esa capacidad que tenía para no respetar ninguna regla, con tal de asustarnos de la manera más demente.

LA VUELTA DE UN CLÁSICO “Evil Dead” fue una película pensada para tiempos distintos del cine, para cuando era común ir al autocinema con la enamorada y abrazarla en cada sobresalto. En esa época, el VHS no se había convertido en un medio para ver algunas cintas, en especial aquellas que tienen estatus de culto.

Sin embargo, la cinta de Raimi se convirtió en un gran éxito en ese formato. Quizá porque las imperfecciones propias del video le daban a la cinta un toque ‘trash’, sucio, casi tanto como el “Naturon Demonto”, el libro maldito que hace que los protagonistas del filme tengan que lidiar con demonios, posesiones y demás estados sobrenaturales.

Esta nueva versión parte exactamente de la misma premisa: Mia (Jane Levy) es una joven que debe lidiar con su adicción a las drogas y con la reciente pérdida de un familiar muy querido. Ella les pide a sus amigos que la acompañen a una cabaña que tiene en el bosque, pero al llegar se da cuenta de que ha sido invadida, al encontrar un altar con varios elementos sobre él. Entre ellos, un extraño libro que es leído por los miembros del grupo. Eso hará que Mia comience a ver el fantasma de una niña, mientras poco a poco su conducta va cambiando y volviéndose más violenta. De pronto, ya no hay nada qué hacer: termina siendo poseída por los espíritus malvados que buscarán acabar, uno por uno, con el resto de chicos.

UN RETO ACTORAL Sin duda, trabajar en el ‘remake’ de un clásico de culto como “Evil dead” debe ser un reto tanto para el que lo dirige como para todos aquellos que actúan en él. Y así fue el caso para Jane Levy, a quien podemos ver en las pantallas de Warner gracias a la serie “Suburgatory”. La intérprete conversó en exclusiva con El Comercio y señaló que lo que más le interesó de la cinta fue la posibilidad de tocar un género distinto a lo que hacía en televisión. “Estaba fascinada por el horror”, confiesa la intérprete. “No soy una fanática del mismo, pero hay algo muy profundo en él que hace que la gente lo consuma siempre. Y también estuve trabajando en ‘Suburgatory’, que es una comedia, y quería hacer algo muy distinto a lo que venía haciendo, porque me gusta curiosear en mi profesión y tratar cosas nuevas”, explica la intérprete.

“Por eso, cuando leí el guion, me pareció el momento adecuado para hacer esta película. Mi personaje pasa por mucho en esta película, lo que me permitió probar dinámicas distintas. Son casi tres personajes diferentes en una película y el papel era tan jugoso que no lo podía dejar pasar”.

En efecto, Levy debe tener dos caras: una tranquila y la otra poseída. Una es la tranquilidad de la chica joven y la otra es la misma representación del terror. Una representación hecha sin efectos especiales: uno de los requerimientos del uruguayo Fede Martínez, el director del filme, fue trabajar sin efectos generados por la computadora, lo cual no fue nada fácil.

“Mi trabajo era extremadamente físico”, recuerda Levy. “En todo momento estaba haciendo algún acto horrendo, y como no usábamos efectos especiales, lo estaba haciendo yo misma. Así que tenía unas bolsas en la cabeza, me enterraron viva, vomité en la cara de alguien, me corté la lengua en 2 (no era mi lengua, era una falsa), estuve mojada casi toda la película, con frío y con un pequeño vestido, y estábamos en el exterior, por lo que tenía que arrastrarme por pantanos, en el piso, por huecos. Fue una experiencia física y emocionalmente muy exigente”, explica.

La ausencia de efectos especiales puede ser, según Levy, un reto pero también algo que facilita el trabajo del actor. “Sin duda, no tener efectos especiales cambia las cosas: en vez de que mires un punto en la pared e imaginas algo, todo pasa en tiempo real. Y, en la película, cada vez que grito comienza una tormenta, lo que hace que las ventanas se abran de verdad y se tire una tonelada de aire hacia nosotros. Uno puede reaccionar en el momento, lo que hace el trabajo más fácil, de cierta manera”, comenta.

EL PODER DE UNA SAGA Levy es honesta: no había escuchado hablar de “Evil Dead” antes de que le ofrecieran el proyecto. “Ni siquiera veía la monstruosidad de la franquicia hasta después de filmar la película y hacer un poco de prensa, cuando la gente reaccionaba hacia Bruce Campbell (protagonista de la cinta original y productor de esta). Por eso creo que mi ingenuidad con respecto a lo que significaba la franquicia fue una bendición”, comenta la intérprete.

Para Levy, que el cineasta y el protagonista de la cinta original fuera el productor de esta fue una fuente de seguridad. “Confío en que tienen una razón para volver a hacerla. Y tener ese apoyo me quitó un gran peso de encima”, concluye la intérprete.

“Evil Dead”, fue, en los años ochenta, un verdadero aire fresco en el cine de terror. Una película desprejuiciada, divertida, a la que no le importaba nada con tal de asustar y de hacer que uno pase un muy buen rato. Ahora, esta nueva versión trae algunos elementos ‘vintage’, como la ausencia total de efectos especiales. Y también trae novedades: que un uruguayo sea el encargado de sacar adelante esta versión, con la venia de Raimi, resulta de lo más interesante.

Pero “Posesión infernal” es una mezcla de todo: de una franquicia notable con un nuevo público, de un productor hábil con un director nuevo. Y esa mezcla promete entregarnos lo más importante en el cine de terror: sustos a montones.