Trapero obtuvo el premio de Mejor Director en el Festival de Venecia por "El clan". (Foto: Festival de Cine de Lima)
Trapero obtuvo el premio de Mejor Director en el Festival de Venecia por "El clan". (Foto: Festival de Cine de Lima)

En su familia siempre se contaban historias o se rememoraban anécdotas. Lo hacían sus padres y, sobre todo, sus abuelas. Y de niño, las visitas al autocine lo cautivaban. La pasión por narrar y por los relatos de Pablo Trapero, el realizador argentino de películas remarcables como “Mundo grúa” o “El bonaerense”, siempre estuvo ahí.

— Últimamente, ¿a qué director vuelves?
A Luis Buñuel.

— Él hallaba poesía hasta en lo más miserable. Y esa visión feroz que tenía.
Feroz, pero compasiva; entre salvaje y tierna. Es muy inspirador.

— ¿Se puede enseñar a hacer cine? Leí una analogía tuya entre un rodaje y un partido de tenis. ¿La metáfora sigue vigente?
Me gusta mucho el tenis –no juego tan bien como me gustaría– y en un punto sí me sirvió para hacer cine.

—¿En qué sentido?
Es difícil enfrentar los partidos. A diferencia de los deportes colectivos, en el tenis prácticamente te enfrentas a vos mismo. Eso lo dice más de un tenista profesional: el primer obstáculo por superar sos vos, luego viene la red y después recién llega el oponente.

— Es una paradoja: el cine es un oficio colectivo.
Exactamente. Es colectivo pero el proceso de creación del cineasta es muy solitario. Frases hechas como “la soledad del director” reflejan esa sensación a pesar de estar rodeado de gente. Algo parecido le pasa a un tenista, quien trabaja con entrenadores o preparadores físicos, pero cuando impacta la pelota, solo él se enfrenta a ella. Un director puede estar rodeado por un equipo maravilloso, querido y confiable, pero él decide en soledad. He ahí la importancia de sus decisiones en cada uno de sus pasos, sin pensar en el final. Si uno piensa en todo lo difícil que es hacer una película, lo más probable es que no pueda salir de su casa, porque eso es paralizador. En el tenis ocurre algo similar: si el jugador piensa en el torneo, quizá no supere la siguiente pelota o game.

Guillermo Franchella en “El clan” ( 2016 ), filme de Trapero sobre una familia que se dedicaba a los secuestros.
Guillermo Franchella en “El clan” ( 2016 ), filme de Trapero sobre una familia que se dedicaba a los secuestros.

— Difícil saber si Christopher Nolan lo dijo genuinamente o por márketing, pero durante la campaña de promoción de “Dunkerque” él señaló que Netflix es un asunto efímero y sin importancia. ¿Cuál es tu postura?
Lo que yo entiendo como la naturaleza del cine sigue estando en una sala oscura, sin teléfonos, regalando a esa historia dos horas de nuestras vidas para ganar dos horas de experiencia que nos regala la película. Tengo un cine en mi casa, viajo a festivales, veo películas, y creo que la mejor experiencia es cuando uno está en una sala junto a personas desconocidas. Eso que inventaron los hermanos Lumière y que logró que los asistentes salieran corriendo porque creían que el tren de la pantalla se iba a salir y los iba a arrollar, es lo que sigue emocionando, hace que el público vaya al cine y motiva a los directores a seguir haciendo películas. En 30 años Netflix se llamará de otra manera, pero el cine seguirá. Lo mismo pasó con la música. Se habló del fin de ella cuando esta empezó a grabarse o apareció el streaming. No obstante, siguen existiendo los shows masivos o los pequeños recitales en un bar.

—Por un motivo laboral o de sobrevivencia, sin embargo, no te opones a que Netflix pase tus películas.
No encuentro motivos para oponerme. Mientras existan más formas para ver cine, mejor. No hay nada más triste que una película sin público. Si el público de una película mía está en Netflix, estaré feliz, y lo estaré si alguien la ve en el avión o si un chico quiere verla en el teléfono. Personalmente, planifico una película para que esta sea proyectada en una sala, y todo el lenguaje del cine que me gusta tiene que ver con esa forma de exhibición. Sin embargo, el cine también es una celebración de la diversidad. Lo más relevante es que emocione, más allá del formato. No tengo ningún prejuicio.

— Sueles trabajar con Martina Guzmán, tu esposa y actriz. ¿Qué es lo mejor de trabajar con tu pareja?
A los dos nos gusta lo que hacemos y no es fácil compartir proyectos. Hacer una película implica estar horas fuera de tu casa, ciudad o país. Cuando coincidimos, lo disfrutamos mucho.

—¿Y hay un lado incómodo de trabajar con tu esposa?
A veces, cuando vuelves a casa, el trabajo no termina. Seguís hablando de las escenas, de lo que no salió bien, de lo que te gustó o no. Digamos que es un lindo problema para tener. Uno que no molesta.

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