"Queen of the Desert": un paso en falso de Werner Herzog

RODRIGO BEDOYA FORNO  (@Zodiac1210)
(Enviado especial a Berlín)

“Queen of the Desert” parecía la historia perfecta para Werner Herzog, un cineasta fascinado por las historias ‘bigger tan life’, de personajes extremos, que llevan sus posibilidades a límites sobrehumanos. Así lo hizo en “Fitzcarraldo”, en “Aguirre: la ira de Dios” y en muchos de sus documentales.

Es más: aquí tenía el componente adicional que el personaje en cuestión es una mujer: Gertrude Bell, una mujer que recorrió todo el desierto del Medio Oriente y cuyas exploraciones fijaron los límites de los países que lo componen. La cinta, además, apunta una idea interesante: el espíritu aventurero de la mujer se debe a su incapacidad para amar, como si una maldición pesara sobre ella, llevando a un final trágico a aquellos que la amaron.

Por todo eso, resulta bastante decepcionante el tratamiento que elige el cineasta. Porque de la pulsión casi demencial por la aventura y el descontrol (vamos, estamos hablando del director de “También los enanos empezaron pequeños”), queda el concepto; un concepto que nunca se plasma en la puesta en escena, rutinaria hasta decir basta.

En efecto, lo que vemos es una acumulación de situaciones que parecen sacadas de álbum de la vida de la aventurera, pero que nunca transmiten ese espíritu libre, que pelea por la libertad de explorar sin tener que depender de un gobierno o de un hombre. Cada uno de los personajes que encuentra la protagonista en sus viajes son maquetas (el Lawrence de Arabia de Robert Pattinson es terrible, y el que menos tiene la culpa es el actor) que están o para explicar la situación política o para declamar sentimientos que nunca son transmitidos a plenitud. Ese lado académico termina liquidando a la cinta, le pone un corsé de la que no puede salir e impide que los sentimientos afloren.

Ojalá que la demencia de Herzog no haya quedado en el pasado. Pero “Queen of the desert” es un paso en falso dentro de una carrera notable.