Rodrigo Sepúlveda: Tengo interés por entender a nuestros países
Rodrigo Sepúlveda: Tengo interés por entender a nuestros países

La historia de muchos países latinoamericanos, especialmente aquellos que sufrieron dictaduras y conflictos internos, tiene un común denominador. Para el chileno Rodrigo Sepúlveda, esta coincidencia tiene que ver con madres buscando a sus hijos desaparecidos para enterrarlos. “En mi película un niño muerto aparece en un basural, una madre busca adoptarlo para enterrarlo”, comenta el realizador, quien basó su filme “Aurora” en un caso real que aconteció al sur de Chile

—¿Por qué tocar un tema tan fuerte como este?

Cuando me encontré con la madre ella me explicó que era algo muy humano el enterrar. Eso me conmovió mucho. Este acto de buscar adoptar a un niño para darle sepultura es dignificante.

—Es irónico que, mientras hay madres que aun no encuentran a sus hijos desaparecidos, en tu filme el cuerpo de un ni- ño es encontrado por alguien que no lo buscaba.

Al principio sentí que era una Antígona. Pero cuando la vimos el año pasado en el festival de Sanfic, en donde ganó, fueron varias madres de desaparecidos y me abrazaban y me decían que esta película las dignificaba a ellas también. La tomaron como suya, por eso digo que es muy latinoamericana. Son estas cosas profundas de una mujer, enterrar a un hijo, darle un nombre, porque esto tiene que ver con darle también una nacionalidad.

“Aurora” es una cinta que privilegia la historia. No hay una sobreproducción.

Tratamos de no manipular, de no tener un punto de vista, de no opinar, sino solamente mostrar la historia de esta mujer. Como director me costó mucho no opinar. Por eso elegí unos planos distanciados, no hay grandes primeros planos. Incluso cuando llora la protagonista está de espaldas a la cámara. Este tipo de historias merecen un respeto y cierta ética del cine.

No busca el sensacionalismo.

Es como un distanciamiento, para que el público tome luego su decisión.

Este es tu tercer largometraje, desde el 2001. Te dedicas a la televisión. ¿Cómo convergen en tu vida estas dos formas de dirección?

Creo profundamente en la televisión de calidad. Para el bicentenario de Chile hice un telefilme sobre Portales, un ser deleznable de la historia chilena, quien se supone que le puso orden al Estado. Tuvo mucho éxito. También hice programas para niños. A veces hago teatro.

—¿Luchas contra la banalización de la televisión chilena?

Sí, claro. Una vez, Raúl Ruiz me dijo que el cine es para recordar y la televisión para olvidar. Pero yo siento que hay un cierto tipo de televisión, que tiene que ver con las series y con esta ficción de calidad, que no está tan emparentada a esa otra televisión banal y farandulera que está destruyendo Latinoamérica. La televisión banal es muy barata de producir.

Te tomas tu tiempo para hacer tus películas.

Ahí hay dos cosas. El tiempo que necesito para hacerlas y el que necesito para conseguir los fondos. Cuesta conseguir dinero.

—¿Qué viene después del Festival de Lima?

Ya estrenamos en Chile, estamos invitados a muchos festivales. Berlín, Oslo, Sevilla. En Corea llegaron los familiares de las víctimas de un ferry que se había hundido, algunos desaparecidos. No entendía por qué lloraban viendo la película y después me explicaron quienes eran.

—¿Te atraen estos temas fuertes?

Mi película anterior, “Padre nuestro”, es la muerte de mi padre. Esta nació de un artículo que leí y no sé de qué tratará la siguiente. Acabo de leer algo que es aterrorizante, sobre una escuela de mujeres torturadoras que hubo en Chile después del golpe de Estado. Yo creo que ahí puede haber una película. Tengo interés por entendernos, a nuestros países, nuestras historias.

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