La celebración de Yoshimar Yotún, inspirada en el baile de Pocoyó.
La celebración de Yoshimar Yotún, inspirada en el baile de Pocoyó.

Será que habíamos perdido la costumbre de celebrar que, ahora, todo festejo se disfruta más. El fútbol es pródigo en ese tipo de revanchas, y el Perú-Chile del último miércoles por la Copa América fue el escenario perfecto para experimentarlo. La fiesta comenzó con Edison Flores desplegando sus generosas orejas, pero la sorpresa la dio Yoshimar Yotún: no solo por no ser un habitual del gol, sino por el curioso baile celebratorio que vino después. “Yo siempre celebro así por mi hija, por un dibujo animado”, explicó apenas terminado el partido. Se refería al muñeco Pocoyó, viral de You Tube e hipnotizador de niños.

No es desconocida la inspiración infantil para los futbolistas peruanos: la victoria frente a Nueva Zelanda, que en el 2017 nos aseguró el regreso a un mundial, fue sellada por un Christian Ramos festejando a lo Spider-Man. También confesó haberle dedicado la coreografía a su hijo, así que la emoción es doble: pelotera y paternal.
Entonces, ¿cuál es la clave de una celebración? Quizá que, al ocurrir en el preciso instante en que el corazón late y la garganta grita gol, su imagen queda impresa –por pura potencia emocional– en la retina y en la memoria del espectador. Por eso no olvidamos el saltito de Casaretto en 1975 ni al ‘Chorri’ Palacios mostrando su polo con el famoso “Te amo Perú”. Es más probable que recordemos sus festejos que los goles que los precedieron. Haga la prueba.

PARA TODOS LOS GUSTOS
Alguien tendría que diseñar una gran tipología de celebraciones, que en esta página no alcanza. Empezaría con los festejos clásicos de siempre: Pelé elevándose en el aire y estirando el puño al aire, por ejemplo. Pero más memorables aún son los únicos o extravagantes: las acrobacias de Miroslav Klose, Bebeto meciendo los brazos en homenaje al hijo por nacer, o el baile del bastón que puso de moda el veterano pero implacable ‘Checho’ Ibarra.

Otros son recordados por situaciones más bien polémicas. Como cuando en el clásico español Messi le mostró el dorsal de su camiseta a los hinchas del Real Madrid, un gesto claramente provocador. O el tristemente célebre grito de Diego Armando Maradona frente a una cámara de televisión en 1994: mirada desorbitada y facciones tensas, que en el siguiente partido devendrían en su tragedia personal por dopaje.

Gritamos, saltamos y festejamos como nunca frente a Chile. Y vaya que lo merecíamos. Pero toca pensar en la final contra Brasil de este domingo e ilusionarse con nuevas celebraciones. Ya es hora de que se vuelva costumbre.

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