Santiago Távara. María Teresa de Suárez, 1984. Comandancia General de la Marina. 53x61 cm. (Foto: Marina de Guerra del Perú)
Santiago Távara. María Teresa de Suárez, 1984. Comandancia General de la Marina. 53x61 cm. (Foto: Marina de Guerra del Perú)
Héctor López Martínez

Durante la campaña naval de 1879 fue médico del Huáscar el doctor Santiago Távara, nacido en Lima el 8 de setiembre de 1840, aunque sus raíces familiares eran piuranas. Desde muy niño dio muestras inequívocas de su vocación por la medicina. Concluidos sus estudios escolares en el Seminario de Santo Toribio ingresó a la Facultad de San Fernando donde el ilustre Cayetano Heredia había realizado importantes reformas.

En 1865 la juventud universitaria rechazó el Tratado Vivanco – Pareja que pretendía solucionar la agraviante presencia de la escuadra española en el Pacífico que se había apoderado de las Islas Chincha, nuestro más rico emporio guanero. Así, pues, Távara se incorporó a la hueste revolucionaria del norte, acaudillada por el coronel José Balta, que avanzaba sobre Lima para deponer al presidente Juan Antonio Pezet. Vinieron luego los intensos preparativos para repeler el inminente ataque de la flota hispana. Santiago Távara, quien se había graduado de médico – cirujano el 19 de febrero de 1866, fue nombrado cirujano de primera clase del ejército, destacándolo inmediatamente a servir en el buque Tumbes, al mando del capitán de navío Lizardo Montero. En la jornada del 2 de mayo de 1866, el Tumbes estuvo en la primera línea de fuego y sufrió siete bajas en su dotación. Távara cumplió valerosamente con sus obligaciones destacando por su serenidad que no le abandonó en ningún momento. Por su encomiable desempeño fue ascendido a la clase de cirujano mayor, otorgándosele también la denominación de Benemérito a la Patria en Grado Heroico y Eminente.

Superado el gravísimo disgusto que causó entre los oficiales de marina de nuestra patria la presencia del comodoro norteamericano John R. Tucker, a quien se pretendió encomendar el mando de la armada peruana, el gobierno dispuso que el marino extranjero dirigiera una Comisión Hidrográfica Exploradora de la Montaña, que partió de Lima en 1867. Como médico de la misma iba Santiago Távara. Los resultados de la expedición fueron muy importantes y gran cantidad de noticias sobre sus trabajos se pueden encontrar en el Diario de Viaje que Távara publicó por entregas en El Comercio durante julio y agosto de 1868, que más tarde reunió el autor en el libro titulado “Viaje de Lima a Iquitos”.

Távara apenas tuvo unos pocos días para reponerse de las penalidades sufridas en la selva, pues en agosto de 1868 Lima fue azotada por una terrible epidemia de fiebre amarilla. También ese año se produjo un catastrófico terremoto, seguido de maremoto, que destruyó Pisagua, Arica, Tacna, Iquique, Moquegua y otras ciudades. Santiago Távara integró la misión de médicos para socorrer a los innumerables damnificados. En ambos casos su desempeño fue notable. En 1869 fue designado médico titular del Callao y en 1878 publicó un interesante estudio clínico sobre la población de dicho puerto.

Cuando Chile nos declaró la guerra Santiago Távara fue designado médico del monitor Huáscar, asistido por el doctor Miguel Rotalde y el practicante de medicina José Ignacio Canales. Hizo toda la campaña naval sin faltar un día. El 8 de octubre de 1879, en aguas de Angamos, mientras el solitario Huáscar combatía contra la escuadra chilena, Távara desempeñaba su abnegada misión curando a los heridos y alentando a los agonizantes. Él también sufrió una grave herida en una de sus piernas y otra menor en la cara. Junto a los demás sobrevivientes del legendario monitor fue llevado prisionero a Chile y cuando se produjo un canje pudo volver al Perú a fines del aciago 1879.

Pese a sus limitaciones físicas, Santiago Távara se reincorporó a sus labores participando muy activamente en los preparativos para la defensa de Lima. Luego de los infortunios de San Juan y Miraflores, el 13 y 15 de enero de 1881, el valeroso médico tuvo que marcharse a Panamá, donde tenía parientes, ejerciendo allí su profesión hasta su definitivo retorno al Callao en marzo de 1884. En medio de una honda postración material y anímica reanudó sus tareas como médico titular del primer puerto con su reconocida eficiencia, generosidad y bonhomía. Afable en sus maneras, acertado en sus diagnósticos, jovial en su conversación, el doctor Santiago Távara fue querido y admirado por todo el pueblo chalaco. El ilustre médico falleció en Lima, a causa de una pulmonía, el 22 de agosto de 1897. La vida de Távara, personaje insigne de la Marina de Guerra del Perú, puede sintetizarse en cuatro adjetivos: bueno, honrado, tenaz y patriota.

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